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Mundial de Fütbol Femenino: el éxito de España no puede ocultar sus problemas

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La selección española de fútbol femenino ha alcanzado por primera vez la final de la Copa del Mundo tras vencer a Suecia. Pero el éxito por sí solo no cambiará los arraigados problemas del equipo.El martes (15.08.2023) fue un día histórico para el fútbol femenino en España, ya que la Furia Roja alcanzó por primera vez en su historia la fase final de la Copa del Mundo tras derrotar a Suecia por 2 a 1.

Pero el éxito de España sobre la cancha en este Mundial no puede ocultar los profundos problemas que aquejan a la selección y a la federación, que parece prosperar a pesar del presunto comportamiento del seleccionador Jorge Vilda.

Ona Batlle, una de las tres jugadoras que se habían negado anteriormente a jugar con la selección bajo el mando de Vilda antes de regresar antes de la Copa Mundial, parecía incómoda cuando se le preguntó por su decisión. «Estoy aquí y estamos ganando», afirmó. «Eso es lo único que importa ahora».

Esas no son las palabras que les gustaría oír a sus antiguas compañeras de equipo, que boicotearon la Copa Mundial para luchar por sus derechos fundamentales.

Las 15 jugadoras y su lucha contra la federación

En septiembre de 2022 comenzó el enfrentamiento entre 15 de sus jugadoras más veteranas y la Federación Española de Fútbol (RFEF) en torno a Vilda.

Se pidió un cambio en las condiciones en las que operaban a través de la dirección de Vilda, de quien se dijo que había creado un ambiente de control, ansiedad y estrés que ha afectado emocionalmente a la selección.

Al parecer, obligaba a las jugadoras a dejar abiertas las puertas de sus habitaciones de hotel por la noche para poder comprobar que estaban en las mismas. También habría comprobado el contenido de sus maletas si salían y volvían.

Este presunto comportamiento llevó a 15 jugadoras -entre las que se encontraban Batlle y las barcelonistas Aitana Bonmatí, Mariona Caldenty, Mapi León y Sandra Paños- a exigir a la RFEF que se desvinculara de Vilda, y a que las jugadoras no se presentaran a la selección nacional en señal de protesta. La Federación rechazó la petición y apoyó decididamente al seleccionador español.

En vísperas del torneo, tres de las quince jugadoras, Batlle, Bonmatí y Caldentey, acabaron cediendo, optando por perseguir la gloria mundialista, pero sembrando la discordia con algunas de sus compañeras.

«No eran aptas para la selección nacional»

España no ha sido el único equipo ensombrecido por la polémica. Las jugadoras de Canadá, Sudáfrica y Nigeria pasaron los preparativos del torneo en Australia y Nueva Zelanda luchando contra sus propias federaciones por la igualdad salarial y el acceso a las instalaciones.

Pero mientras que esas batallas se definieron por la unidad de cada grupo de jugadoras, aficionados y medios de comunicación de sus países, España ha demostrado ser una historia diferente.

«Es nuestro deber apoyar a este equipo y a quienes se preocupan por el país», declaró a DW en Wellington Camila Pérez, una aficionada española de Madrid. «Las que no están intentaron crear división. No eran saludables para la selección, y ya ves que sin ellas somos mucho mejores.»

Este punto de vista se comparte en gran parte de los medios de comunicación españoles. Una periodista, que pidió que no se revelara su nombre, afirmó que los redactores se cansaron de publicar historias que abordaban las necesidades de las jugadoras.

«Hubo muchas reacciones en las redes sociales», explicó. «Los periodistas se cansaron y las jugadoras se mostraron más reacias a hablar. Al final fue más fácil dejar de preguntar y centrarse en el deporte».

Aunque este Mundial ha seguido demostrando que el triunfo en el campo es posible a pesar de las arduas luchas por un mejor trato fuera del terreno de juego, el éxito solo puede encubrir estas cuestiones fundamentales y podría socavar los importantes avances que ha logrado el fútbol femenino en países como España.

(gg/cp)

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