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Un estudio británico ha investigado la misoginia, el acoso sexual y la violencia en la industria musical. Con demasiada frecuencia se culpa a las víctimas, según declararon las autoras a DW.A finales de mayo de 2023, la irlandesa Shelby Lynn acusó en Twitter al líder de Rammstein, Till Lindemann, de haberla posiblemente drogado después de un concierto. Desde entonces, las acusaciones no han cesado. Se trata de drogas y sexo contra la propia voluntad, y también del hecho de que, al parecer, las mujeres eran reclutadas específicamente para mantener relaciones sexuales. La fiscalía está ahora investigando.
Las investigadoras británicas Cassandra Jones, Emmaleena Käkelä y Kallia Mannousaki publicaron en marzo un estudio en el que dan cuenta de la misoginia, el sexismo y la violencia en la industria musical. DW se reunió con ellas para una entrevista vía Zoom.
DW: ¿Le sorprendieron las acusaciones contra Till Lindemann, cantante del grupo Rammstein?
Kallia Manoussaki: Si hubo alguna sorpresa, fue lo organizado y planeado que aparentemente estaba. Había ayudantes. Eso sí que me sorprendió. Pero la acusación de que una fan fue agredida sexualmente por un cantante no me sorprendió.
Cassandra Jones: Para nuestro proyecto hablamos con casi 500 personas que trabajan en la industria musical, los crews por ejemplo. Muchos dijeron que debían dirigirse a las mujeres en los conciertos, acercarse a ellas y ponerlas a su disposición. Por eso los informes sobre Rammstein no me sorprendieron. Es evidente que algo así ocurre con muchas otras bandas y con muchos otros cantantes, en todo el mundo.
Siempre ha habido -no solo en la música rock y pop, sino en todos los géneros- rumores, acusaciones y a veces incluso denuncias o procesos judiciales por agresiones sexuales contra fans o colegas femeninas. ¿Por qué no ha habido hasta ahora un movimiento #MeToo en la escena musical?
Cassandra Jones: Una de las razones es que se culpa a las mujeres de lo ocurrido. La gente dice: «Mira lo que llevaba puesto, ella lo provocó». En la industria musical, se dice rápidamente: «Oh, fue a un evento y bebió. ¿Qué esperaba?» Existe esta actitud: los hombres no pueden hacer nada malo, las mujeres son responsables por sí mismas. Si queremos alejarnos de esa actitud, tiene que haber un cambio de actitud y de conciencia en la industria musical, pero no solo aquí, sino en toda la sociedad. Hay un problema sistémico. Hay poca regulación en la industria, pocos mecanismos para abordar los niveles endémicos de acoso sexual, violencia sexual y abusos en general. Esta falta de estructura en la industria musical existe en todas partes, no solo en el Reino Unido o en Alemania, es un problema internacional.
¿Qué podría ayudar, qué debe ocurrir?
Emmaleena Käkelä: Se trata de reflexionar sobre el tipo de mensajes empleados para refutar las acusaciones y presionar a las mujeres que denuncian violencia y abusos. Los abogados de Till Lindemann amenazan ahora con emprender acciones legales contra quienes han testificado contra él. Y el mensaje que esto envía es: no les creemos, tenemos más poder, tenemos más recursos, somos invencibles.
¿Cuál fue el motivo de su investigación?
Cassandra Jones: Mi pareja trabaja en la industria musical, y cuando lo conocí me contó historias terribles sobre lo que es trabajar en esta industria. Me sorprendió que esto se considerara aparentemente normal, que nadie reaccionara ante ello. Pasó un tiempo y muchas conversaciones hasta que supe más. Muchas mujeres ni siquiera equiparaban lo que habían vivido con el acoso sexual. Así que me puse en contacto con mis colegas Emmaleena, Kallia y también Melanie McCarry y desarrollamos este proyecto.
Ante las actuales acusaciones contra el cantante de Rammstein, Till Lindemann, muchos fans reaccionan con el argumento de que las llamadas «groupies» siempre han existido. (Nota del editor: Las «groupies» son aquellas chicas que buscan acercarse a las estrellas del rock y hacen todo lo posible por tener intimidad con ellos). ¿Qué hay de cierto en esta imagen?
Kallia Manoussaki: No es más que una expresión de misoginia. Culpamos a una chica joven que está obsesionada con una celebridad y grita, como bien sabemos por las fotos de los años 60. Algunas se desmayaron. Son imágenes icónicas. No creo que ninguna de estas jóvenes pensara nunca que iban a resultar heridas. Esta acusación de las víctimas puede estar tan interiorizada por ellas mismas que se culpan por haber sido heridas o incluso violadas. Pero aunque me ponga guapa, tenga 17 años, lleve un top estupendo y me sienta realmente atractiva, no quiero que me hagan daño. Solo quiero ser atractiva. Y desde luego no quiero que nadie piense que le debo mi cuerpo y mi atractivo. No podemos robar un coche bonito solo porque nos gusta. Y sin embargo pensamos que podemos poseer a las mujeres. Así que la idea de las «groupies» no es más que otro ejemplo de victimismo y misoginia.
Emmaleena Käkelä: Los y las fans son vistos de forma completamente diferente. A las mujeres no se las ve como genuinas fans y consumidoras de música, sino que se les sexualiza y cosifica constantemente. Y esto es así en toda la industria musical, tanto para las artistas como para las mánager, las asistentes a los festivales, etcétera. Así que creo que es un problema más amplio que va mucho más allá de lo que la gente quiere decir cuando pone la etiqueta de «groupie» a las mujeres.
El estudio de Melanie McCarry, Emmaleena Käkelä, Cassandra Jones y Kallia Manoussaki fue financiado por la Real Sociedad de Edimburgo. Se publicó en la primavera de 2023 con el título «El sonido de la misoginia: acoso sexual y violencia sexual en la industria musical».
La entrevista fue realizada por Sabine Kieselbach.
(ee/few)