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El Bayern Múnich mira de frente el abismo ante la posibilidad de perder el trono de la Bundesliga. Su afición no conoce otro rumbo que no sea la victoria a lo largo de una década.Le quedan 90 minutos a este campeonato de Bundesliga. Con certeza, uno de los más emocionantes de los últimos años: desde 2009 no había registros de una temporada en la que el campeón alemán no se conociera de antemano. En su estatus de leyenda, el Bayern Múnich ha conquistado la liga toda una década sin interrupción. Pero, si el Borussia Dortmund no conspira contra sí mismo este sábado, podría devolver a la Bundesliga un encanto perdido.
Seis Champions League, 20 Copas de Alemania y 32 campeonatos de liga, son solo algunos de los números más abultados que hacen del Bayern Múnich un equipo de élite mundial. No hay otro más ganador en esta Bundesliga, por eso, como diría el presidente del Eintracht de Frankfurt Peter Fischer, «es fácil ser hincha del Bayern”.
La estadística es clara, aunque no definitiva. A lo largo de 33 jornadas, el Freiburg caminó primero de la clasificación durante una semana, el Unión Berlín lo hizo un total de siete, el Borussia Dortmund estuvo en lo alto tres de ellas, mientras que el Bayern Múnich acaparó la cima 22 semanas. Ante tales números, lo que enuncia Fischer es casi una máxima.
Sin embargo, es ni más ni menos que el Dortmund el que llega como líder a su compromiso de la última jornada, y lo hará con un telón de fondo inmejorable: en casa ante sus 80.000 espectadores. Bayern llega segundo, y ante el desconcierto que ello presupone, algunos de sus aficionados parecen ya haberse marchado antes del pitazo final.
Casi un trabajo de equipo
Como era de esperarse, y sin ir tan lejos, la penúltima jornada rayó en la incredulidad cuando, por momentos, lo ocurrido en el Allianz Arena mostró tintes de complot orquestado: «todos contra el Bayern”.
Sin mayores argumentos futbolísticos, el RB de Leipzig sorprendió al conseguir el único triunfo jamás logrado en casa del multicampeón. Así dejó malherido al gran rival a vencer para beneplácito de millones. Pero sobre todo, para el archirrival Dortmund a punto de romper la hegemonía.
El complot, no obstante, se hizo evidente a partir de acciones y códigos explícitos. El penal anotado por Dominik Szoboszlai puso el definitivo 3:1, y mejor aún, vino acompañado de un festejo casi burlón, pero con dedicatoria: el futbolista húngaro del Leipzig le decía a su amigo Karim Adeyemi (Borussia Dortmund), «ya hice lo que me tocaba, tú termina la obra”.
Y es que Szoboszlai no solo convirtió el penal, entregó un regalo prometido. «Hablamos por teléfono antes del partido y me dijo: ‘Por favor, hazlo lo mejor que puedas’”, reveló Dominik en respuesta a la motivación previa que Adeyemi le había depositado a manera de encargo. Dicho sea de paso, ambos jugadores se conocen desde su tiempo en el Salzburg del fútbol de Austria, donde surgió una camaradería que no necesita mayor explicación.
Dortmund visitó al Augsburg, y pese a la ausencia del iluminado Jude Bellingham, tomó la estafeta de la mano de Szoboszlai para propinar un 3:0 al filo de la gloria.
Una afición desolada
Así, ver al Bayern sin el destino en sus manos es el reflejo de la crisis a nivel directivo, pero más que eso, también un duro golpe para sus aficionados. Los mismos que abandonaban el Allianz Arena tras verse abatidos por el Leipzig. Ante la posibilidad de ver rota la costumbre del eterno triunfo, aquello pareció un éxodo de hinchas motivados por un casi desconocido sentimiento de desolación.
De tal forma que, si Dortmund, invicto en casa desde el 20 de agosto, consigue el resultado ante el Mainz, la oficina de reclamaciones en Múnich estará copada de solicitudes que pidan de regreso las garantías de aficionado ganador, el más cómodo de la Bundesliga.