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Es el castillo de cuento de hadas por excelencia. Neuschwanstein inspiró a Walt Disney y atrae a millones de turistas. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial sirvió a los nazis como almacén de arte saqueado.El castillo de Neuschwanstein es la personificación de lo idílico: se alza sobre una roca en medio de los Alpes bávaros, rodeado de pintorescas montañas y lagos, y sus puntiagudas torres se elevan hacia el cielo azul cuando hace buen tiempo. Tales paisajes son el perfecto escenario para los cuentos de hadas, por lo que no es de extrañar que el hombre que mandó construir este magnífico castillo sea conocido como el «rey de los cuentos de hadas»: Luis II de Baviera, nacido en 1845.
«Neuschwanstein está incrustado en este paisaje alpino como un telón de fondo teatral. Luis II quería unir arquitectura, arte y paisaje en una obra de arte total», explica a DW Alexander Wiesneth, de la administración bávara de palacios.
Neuschwanstein, planeado como lugar de refugio
Neuschwanstein se abrió al público solo unas semanas después de la misteriosa muerte de Luis II en 1886. Fue un irónico giro del destino, ya que el rey había mandado construir el castillo como refugio privado para sí mismo, pues buscaba desesperadamente la soledad.
La inspiración para Neuschwanstein, construido al estilo de los castillos de caballeros medievales, le llegó a Luis II en 1867 durante sus viajes al castillo de Wartburg, cerca de Eisenach, y al castillo de Pierrefonds, en Francia.
Depósito de obras de arte saqueadas por los nazis
Pero Neuschwanstein no es solo famoso por su elaborado diseño de cuento de hadas. También saltó a los titulares porque, durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió a los nacionalsocialistas como depósito de obras de arte robadas, como mostró de forma impresionante la película de George Clooney «Operación Monumento» (2014)
Tras la invasión de las tropas alemanas en la vecina Francia en 1940, Adolf Hitler autorizó a la «Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg», una organización nazi de saqueo, a registrar y confiscar valiosos bienes culturales de «propiedad judía sin dueño».
Estos bienes saqueados fueron trasladados por los nacionalsocialistas entre 1940 y 1945 a lugares de toda Europa y, más tarde, también a Alemania, a minas de sal, monasterios y castillos.
El castillo de Neuschwanstein sirvió de depósito y cuartel general para las tropas de Rosenberg. Situado cerca de la frontera austriaca, lejos de la capital Berlín u otros posibles objetivos aliados, ofrecía mucho espacio.
Recuperación de los tesoros saqueados
Cuando los aliados tomaron Neuschwanstein en 1945, encontraron catálogos, presentaciones de diapositivas y listas de más de 20.000 obras de arte y otros objetos saqueados por los nazis, entre ellos joyas y muebles pertenecientes a los Rothschild y la obra maestra «Retablo de Gante» de los hermanos Van Eyck.
Muchos de estos objetos procedían de Francia. Gracias al valiente esfuerzo de la conservadora francesa Rose Valland, las fuerzas aliadas descubrieron el escondite de Neuschwanstein. Valland siguió en secreto durante años el destino de las obras de arte. Sus meticulosos registros acabaron en manos de los aliados.
Maria Blenk, responsable del museo en la Administración de Palacios Bávara, explica a DW que los visitantes hacen preguntas sobre Neuschwanstein y la Segunda Guerra Mundial. «Los estadounidenses en particular, pero también los británicos, recuerdan la película ‘Operación Monumento’, y muchos tienen o tuvieron familiares que estuvieron destinados en Baviera durante o después de la Segunda Guerra Mundial, por lo que se interesan por la historia más reciente de Neuschwanstein.»
(gg/ms)