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El auge de sistemas como ChatGPT está dominando los titulares. A los expertos les preocupa que puedan desplazar a millones de trabajadores y profundizar las desigualdades existentes. ¿Tienen razón?La era de la inteligencia artificial ya está aquí.
La IA, antaño dominio de la ciencia ficción y la investigación, se ha convertido en una parte indispensable de nuestras vidas, impulsando una amplia gama de aplicaciones, desde algoritmos de recomendación hasta chatbots humanizados como ChatGPT. En los próximos años, los expertos predicen que la IA será aún más omnipresentey que su impacto se sentirá en todos los sectores.
“Es difícil decir dónde no tendrá un impacto”, dijo a DW Judith Simon, profesora de ética en tecnologías de la información de la Universidad de Hamburgo.
¿Cuáles son las implicaciones de que deleguemos en las máquinas cada vez más tareas que tradicionalmente han requerido inteligencia humana?
He aquí cuatro formas en que la IA remodelará la sociedad.
El empleo: La automatización llega para los trabajadores del conocimiento
Los efectos más inmediatos para la mayoría se sentirán probablemente en el lugar de trabajo. En un nuevo informe, el banco de inversiones Goldman Sachs predice que podrían automatizarse hasta 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo, y que las economías avanzadas se llevarían la peor parte de este cambio.
Este impacto difiere de predicciones anteriores. Durante años, los expertos anticiparon que los robots impulsados por la IA sustituirían principalmente a los empleos poco cualificados, mientras que los trabajos que requerían mucha creatividad y conocimientos humanos se consideraban relativamente seguros.
Ya no es así. Una nueva generación de sistemas de “IA generativa” como ChatGPT, LaMDA o Midjourney puede crear textos, códigos o imágenes convincentes desde cero, y las repercusiones iniciales en el lugar de trabajo se están haciendo evidentes. Bufetes de abogados, medios de comunicación, agencias de publicidad y demás enmpleadores ya están usando IA en sus rutinas laborales.
Aunque este aumento de la eficiencia podría reducir el número total de horas de trabajo, Simon se muestra escéptico al respecto. “La tecnología, en general, siempre se ha vendido con la promesa de reducir el trabajo, y eso nunca ha ocurrido”, afirma.
Propiedad intelectual: ¿A quién pertenecen las creaciones de IA?
El auge de la “IA generativa” también obligará a las sociedades a replantearse, y potencialmente reescribir, las normas existentes sobre “propiedad intelectual”.
“Es una cuestión muy delicada”, afirma Teemu Roos, catedrático de Informática de la Universidad de Helsinki. Los sistemas de IA como ChatGPT no crean obras de la nada, sino que aprenden analizando grandes cantidades de texto, música, fotografías, pinturas o vídeos que encuentran en Internet, obras de los mismos creadores a los que la IA amenaza con sustituir.
Desinformación: la era de la incertidumbre
Y el auge de la tecnología capaz de generar contenidos falsos tan convincentes también está suscitando preocupaciones aún más profundas. Como cada vez será más difícil, y en algún momento prácticamente imposible, distinguir entre lo que es real y lo que es falso, a los expertos les preocupa que los actores maliciosos puedan utilizar esta tecnología para amplificar la desinformación en línea.
El propio Sam Altman -director general de la empresa tecnológica OpenAI, que desarrolló sistemas como ChatGPT y Dall-E- ha advertido que la IA “podría utilizarse para la desinformación a gran escala”.
Decisiones automatizadas: ¿Y si el “ordenador dice no”?
Por último, los gobiernos y las empresas también están utilizando cada vez más la IA para automatizar procesos de toma de decisiones con consecuencias que pueden alterar la vida, como decidir quién consigue un trabajo, quién tiene derecho a prestaciones sociales o quién sale antes de la cárcel.
Los sistemas actuales de IA analizan grandes cantidades de datos para hacer predicciones. Eso los hace muy eficaces en determinadas áreas. Sin embargo, los estudios también han demostrado que son susceptibles de reproducir o exacerbar los prejuicios y la discriminación existentes si no se controlan.
(ef/ers)