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Varios días después de que los partidarios del expresidente Jair Bolsonaro devastaran el distrito gubernamental en Brasilia, las instituciones constitucionales muestran su apoyo unánime a Lula da Silva.Con toda seguridad, llevará algún tiempo erradicar el caos y la destrucción causados por los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro el domingo (8.11.2023) en Brasilia. Algunos de los daños del Patrimonio Mundial de la capital brasileña podrían incluso ser irreparables.
Las instituciones democráticas se defienden
De las instituciones y sus representantes depende ahora que la democracia brasileña no sufra secuelas permanentes. Y estos están decididos a defender el Estado de derecho con todos los medios a su alcance.
Durante el ataque a los edificios alrededor de las sedes de los tres poderes del Estado, el presidente Lula da Silva decretó una «intervención federal» excepcional, limitada hasta finales de enero. Se puede restringir la autonomía de los estados y del distrito de la capital, por ejemplo, cuando el ejercicio de la Justicia se vea amenazado por disturbios. Entre tanto, la Cámara de Representantes y el Senado apoyaron la medida a través de votaciones simbólicas. Solo hubo dos votos en contra en el Senado, uno del hijo de Bolsonaro, Flávio.
Además, el domingo, el juez federal Alexandre de Moraes suspendió al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, responsable de la seguridad en el distrito federal. Moraes justificó esta medida, alegando que los disturbios solo pudieron haber sucedido «con el consentimiento e incluso el apoyo efectivo de las autoridades de seguridad y los servicios secretos». Según los informes, durante un tiempo, la Policía apenas intentó frenar a los alborotadores.
Apoyo de las instituciones de Brasil al presidente Lula
El presidente del Gobierno y quienes están al frente del resto de las instituciones constitucionales —el Congreso y la Corte Suprema— firmaron una declaración conjunta en la que calificaron los hechos de «terroristas, criminales y subversivos» y llamaron a la «defensa de la paz y la democracia».
Los analistas creen que esta es una señal poderosa, sobre todo, porque el presidente de la Cámara de Representantes, Arthur Lira, hasta ahora había sido uno de los partidarios de Bolsonaro.
«Nadie se atrevió a defender a Bolsonaro», escribió el periodista y asesor político brasileño Thomas Traumann en la revista política estadounidense America’s Quarterly. «Apoyar a Bolsonaro en la actualidad se ha convertido en un riesgo», añadió.
Según la consultora Quaest, el «Indice de Popularidad Digital» de Bolsonaro se ha reducido a 21 de 100 puntos desde el domingo. El actual presidente, cree Traumann, podría usar esto a su favor y forjar amplias alianzas incluso con el sector conservador. «Lula ahora tiene la oportunidad única de batir a los radicales y obtener la legitimidad nacional que los bolsonaristas querían negarle», afirmó el periodista.
El Gobierno y la Justicia anuncian investigación exhaustiva
El día después de los disturbios, la Corte Suprema ordenó disolver todos los campamentos de protesta. Según la Policía Federal, más de 1.000 presuntos simpatizantes de Bolsonaro fueron arrestados e identificados en Brasilia. Y se enfrentan a cargos por varios delitos.
También quienes financiaron y apoyaron esta rebelión serán llevados ante la Justicia, como anunció el juez federal Moraes en un tuit. Según el diario Folha de S. Paulo, el Ministerio de Justicia ya recibió 30.000 pistas sobre posibles participantes y organizadores.
El delicado papel de las fuerzas de seguridad
La Fiscalía Federal también abrió una investigación por la dudosa conducta de las distintas unidades policiales. En las fuerzas de seguridad brasileñas, incluido el Ejército, había muchos simpatizantes del presidente Bolsonaro, entre ellos, el gobernador despedido de Brasilia, Ibaneis Rocha y Anderson Torres, ministro de Justicia y Seguridad Nacional bajo Bolsonaro. El jefe de intervención federal acusa a Torres de sabotear la seguridad en la capital.
Brian Winter, editor en jefe de America’s Quarterly, cree que existe «la posibilidad de que (haya) una purga, sobre todo si sale a la luz que miembros de las fuerzas de seguridad han estado ayudando a los alborotadores tras bambalinas, lo que podría desestabilizar la política brasileña en los próximos meses».
(rmr/rml)