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Rusia aterroriza a la población civil de Ucrania con drones de combate desechables. Ucrania se pregunta si vale la pena derribarlos.Durante la Segunda Guerra Mundial, los ataques kamikaze eran atentados suicidas perpetrados por jóvenes pilotos japoneses que estrellaban sus aviones contra barcos aliados para causar el mayor daño posible. La muerte del piloto formaba parte del concepto. Dado que los drones no están tripulados, el término kamikaze es en realidad engañoso en este caso. Se podría hablar de un dron unidireccional porque el dron se destruye durante el ataque, a diferencia, por ejemplo, del dron turco Bayraktar, que regresa de sus vuelos de bombardeo y reconocimiento.
El dron kamikaze utilizado en Ucrania es en su mayor parte un avión no tripulado de combate Shahed-136 de fabricación iraní, aunque tanto Rusia como Irán niegan haberlo comprado hasta la fecha. El Shahed-136 mide unos 3,5 metros de largo y tiene alas delta con una envergadura de unos 2,5 metros. Puede transportar unos 50 kilogramos de explosivos.
El dron está propulsado por una hélice de empuje en la cola con un motor de gasolina. En consecuencia, es ruidoso, y la velocidad de poco menos de 200 km/h es más bien baja. Sin embargo, se dice que la autonomía es de hasta 2.000 km. Incluso si las especificaciones del fabricante iraní y el alcance pudiera ser algo menor, sería de todos modos extremadamente potente en comparación con otros drones kamikaze. Desde Rusia, el Shahed-136 puede alcanzar cualquier ciudad ucraniana.
Switchblade contra Shahed
El Shahed-136 tiene un diseño muy sencillo. A diferencia, por ejemplo, del Switchblade americano (dron merodeador en miniatura, diseñado por AeroVironment y utilizado por el ejército de Estados Unidos), el Shahed tiene un objetivo que se introduce de antemano y debe fijarse. Una vez introducido el objetivo, ya no se puede influir en él.
Los drones kamikaze también se denominan «armas de merodeo». A diferencia del Shahed, otros sistemas como el Switchblade sobrevuelan primero una zona de misión antes de que un operador en tierra les asigne un objetivo a través de un enlace de datos, que también puede ser móvil. El dron se dirige hacia su objetivo, destruyéndose en el proceso.
Difícil compromiso: ¿Merece la pena derribarlo?
El Shahed no tiene ninguna posibilidad contra los modernos sistemas de defensa antiaérea. Según expertos, el dron tampoco es apto para su uso en el frente de guerra. Pero ese no parece ser el objetivo de los militares rusos en la guerra de Ucrania. Las tácticas de su despliegue son aparentemente diferentes: Su objetivo es atacar objetivos civiles, como infraestructura de servicios públicos y viviendas, y sembrar terror entre la población.
Dado que el dron es relativamente barato, con un precio unitario de unos 20.000 dólares, y sus componentes son fáciles de conseguir, la dificultad para quienes son objeto de sus ataques radica en decidir si merece la pena utilizar misiles antiaéreos de última generación contra ellos cuando cada uno puede costar muchas veces más que un dron kamikaze. Sobre todo, porque Rusia suele desplegar enjambres enteros de Shaheds en Ucrania. Además, la defensa contra los drones obliga a las fuerzas militares y de defensa antiaérea a no participar en el frente. Esto también parece ser un cálculo ruso.
Expertos militares occidentales especulan con la posibilidad de que los drones kamikaze se estén utilizando como sustituto de los mucho más caros misiles de crucero, que al parecer están empezando a escasear poco a poco en Rusia.
Los simples y baratos drones kamikaze no desempeñan prácticamente ningún papel en el campo de batalla. Sin embargo, al parecer Rusia confía en su efecto psicológico: desgastar a la población civil.