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Alemania y España reaccionaron de modo contrastante a la eliminación de sus equipos en la Copa del Mundo de Qatar. Hay razones para ello.Avanzada ya la noche del miércoles, la noticia cimbró al mundo futbolístico de Alemania. Hansi Flick, que ese mismo día había sido convocado de urgencia por la Federación Alemana de Fútbol, permanecía al frente del equipo «con todo el apoyo» de los mandamases del balompié alemán de selecciones. Flick había visto la guillotina pasar muy cerca, tras la ominosa eliminación de Alemania en Qatar y la remoción de su principal aliado en los pisos altos de la federación: Oliver Bierhoff, dirigente de la comisión de selecciones. Pero desde el miércoles ya es oficial: el entrenador germano permanecerá en el banquillo del conjunto nacional de Alemania por lo menos hasta 2024.
En cambio, en la España futbolística no hubo piedad. Luis Enrique, el famoso entrenador que condujo a la selección de su país a los octavos de final, fue cesado como cabeza del conjunto ibérico en una decisión solo frenada por la delicada elección de su relevo.
Alemania mira a la Eurocopa en casa
Si Alemania fue eliminada en la fase de grupos y los errores de Flick en la gestión mundialista fueron tan visibles (cambios equivocados o tardíos, juego ofensivo pero ineficaz, o ausencias como la de Mats Hummels en la convocatoria, por nombrar unos cuantos), ¿cómo se justifica la decisión de mantenerlo?
La primera circunstancia que mantuvo al ex técnico del Bayern Múnich como seleccionador de Alemania fue la urgencia. Alemania organiza la Eurocopa 2024, que por el modificado calendario mundialista está a tan solo 18 meses de distancia. Involucrar a otro entrenador en el proceso hacia ese torneo implicaría comenzar desde cero, con ideas tácticas distintas y quizá también con otros jugadores. El tiempo parece poco para sacar adelante un proceso así, tal y como se entiende en Alemania.
El segundo factor es la disposición de Flick a reconocer sus propios errores cometidos en el Mundial. El mea culpa del técnico antre los federativos debe haber sido tan contundente, que condujo a la ratificación. Y finalmente, Hansi Flick se pudo sostener porque cuenta aún con una discreta cuota de confianza en cuanto a que podría sacar adelante a la selección alemana, pese al impactante fiasco de Qatar.
Esto no significa que Flick pueda descansar tranquilo. La ratificación tiene un componente político. Dado que no hay director de selecciones, la responsabilidad de lo que suceda en la Eurocopa 2024 será, de cara al publico, de Hansi Flick y de nadie más. El apoyo de hoy puede ser un dardo envenenado si Alemania fracasa por cuarto torneo consecutivo, y ante su público. En ese caso, la caída de Flick sería inevitable mientras los federativos salvan la cara.
Luis Enrique, entre el sistema y el resultado
¿Y por qué España cesó a Luis Enrique? Primero, porque no se cumplió ni siquiera la meta inicial del torneo, que era pasar como primeros en la fase de grupos. Luego, porque el desempeño del conjunto español nunca acabó de convencer pese a la inicial goleada contra Costa Rica. Y evidentemente, la derrota contra Marruecos en los octavos de final acabó por definir el destino del dinámico entrenador.
También pesaron otros factores externos a la selección. La gestión de Luis Enrique polarizó desde un principio por su pasado como jugador y entrenador del FC Barcelona. No ayudó el que «el Míster» no convocara a ningún jugador del Real Madrid para el viaje a Qatar. Luis Enrique también se puso a sí mismo en la mira al emprender iniciativas como la de iniciar una serie de streaming en pleno mundial, estrategia interesante desde el punto de vista de la comunicación, pero que alimentó la inquina de los detractores del asturiano.
Sobre todo, lo que alejó a Luis Enrique de la selección española fue lo que muchos llaman «la filosofía del juego». El entrenador convenció a propios y extraños de que su propuesta a base de posesión de la pelota era la única a la que estaba dispuesto a apostarle. Vehemente, Luis Enrique felicitaba a sus jugadores, no en la medida en que estos entregaran resultados en la cancha, sino en función de su obediencia al sistema de juego indicado por él. Esa fijación, y acaso intransigencia, era la mejor garantía de que con él al frente nada iba a cambiar. Ante tal horizonte, la decisión española, veloz y contundente, no se hizo esperar.