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¿Lenguaje neutral en materia de género? El tema también caldea los ánimos en Alemania. Para algunos, lleva al deterioro del idioma, para otros, es señal de respeto.¿Estimados o estimadas, estimades, estimad@s o estimad*s? La discusión sobre la forma correcta de expresarse se desarrolla actualmente en forma acalorada en Alemania, aunque el debate sobre el leguaje inclusivo es mucho más antiguo. Ya en las décadas del 70 y el 80, lingüistas feministas como Luise F. Pusch o Senta Trömel-Plötz abogaban por un lenguaje de equidad genérica. Pero, con el tiempo, se han sumado otros aspectos: el tema no solo atañe a la inclusión de las mujeres, sino de cada vez más minorías que también quieren ser tomadas en cuenta. Por ejemplo, las personas no binarias no se sienten representadas en las expresiones femeninas ni masculinas.
Cuando la locutora de noticias Petra Gerster comenzó a utilizar ocasionalmente lenguaje inclusivo en la televisión pública alemana, hubo airadas reacciones. «Había cartas de televidentes con rudos insultos, decían que cómo se me ocurría pretender imponerle algo a la gente. Se hablaba de ‘policía del lenguaje’ y de ‘locura de género’, y de pronto yo era una ‘terrorista de género’”, recuerda en conversación con DW.
El año pasado, Petra Gerster se jubiló. Pero le interesa más que nunca promover un lenguaje libre de discriminación. «Un lenguaje sensible vela por un ambiente distinto en la sociedad”, dice. «Es un proceso civilizatorio. No perdemos nada cuando dejamos de utilizar determinadas palabras, sino que ganamos algo, un trato más cordial entre nosotros”.
«Terreno minado”
En conjunto con el editor Christian Nürnberger, Gerster publicó el año pasado el libro «Terreno minado: las consecuencias de la política de identidad”, en el que aboga por el respeto, sobre todo de las minorías.
¿Puede el lenguaje llevar a la equidad? «No, el lenguaje no es magia, el asterisco de género no es una estrellita mágica”, señala Gerster. No obstante, hace ver que hay una relación entre lenguaje y realidad. «Hay que seguir luchando contra problemas como la brecha salarial, por supuesto. Pero puedo imaginar que se confiera un impulso al proceso hacia la igualdad de derechos si se da mayor visibilidad a mujeres, personas no binarias y otros grupos discriminados”, afirma.
Algunos ridiculizan el debate sobre el lenguaje inclusivo, lo que entorpece un discurso equilibrado. Otros ven el genérico masculino como una forma neutral de hablar, y con frecuencia citan la forma en que se trataba el asunto en la antigua República Democrática Alemana, antes de 1989. Por ejemplo, Nele Pollatschek quería ser llamada escritor y no escritora. El argumento era que las mujeres de la RDA y el este socialista querían que se les aplicaran las designaciones laborales de los hombres, para no sentirse discriminadas.
Problemas tabuizados
«La idea socialista de la emancipación e igualdad de género estuvo desde el comienzo estrechamente ligada al trabajo profesional de la mujer. La independencia económica que de ello se derivaba era naturalmente una pieza clave de la igualdad de derechos”, explica Jessica Boch, del Archivo Femenino Digital alemán. «Pero los problemas, que subsistían, como la doble o triple carga de trabajo de las mujeres, las dificultades para ascender a posiciones altas o la violencia doméstica no se tematizaban públicamente”, indica, agregando que las estructuras patriarcales eran tabuizadas.
La subvaloración verbal de las mujeres y las minorías sigue presente, y no debe ser subestimada. Según Jessica Bock, el lenguaje es una herramienta central para generar conciencia, sensibilizar y visibilizar.
El 20 de noviembre, la comunidad trans conmemora el Día Internacional Transgénero del Recuerdo, en memoria de las personas asesinadas en el último año por razones transfóbicas: entre el 1 de octubre de 2021 y el 30 de septiembre de 2022, se registraron 327 asesinatos de este tipo.
(ers/ms)