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Las mujeres han protagonizado las últimas protestas en Irán, pero no es la primera vez que desafían al régimen. Durante años, las aficionadas al fútbol se han disfrazado de hombres para asistir a los partidos.La valentía de las mujeres de Irán al enfrentarse a un régimen represivo en las últimas semanas ha dado la vuelta al mundo. Los manifestantes han salido a las calles de todo el país en respuesta a la muerte de Mahsa Amini en septiembre, tras ser detenida por la llamada “Policía de la moral” por su “vestimenta inadecuada”.
Pero este no ha sido el único caso. Según un grupo de derechos humanos con sede en Noruega, desde entonces han muerto al menos 185 personas en todo el país.
“Hay mucha rabia e ira por el asesinato de inocentes, y la frustración que sentimos por no poder hacer nada al respecto”, dice Leyli, una aficionada al fútbol que sabe por experiencia propia lo que es correr el riesgo de desafiar a las autoridades en la República Islámica de Irán.
En 2017, cuando su equipo, el Persépolis, ganó el título por primera vez en nueve años, se coló en el estadio para asistir al último partido de la temporada. “Me gustaba el Persépolis porque era el club del pueblo y siento, y sigo pensando, que sus valores son diferentes a los de otros clubs. Este club no es solo una parte de mí, es toda mi vida”, cuenta a DW Leyli, que utiliza un seudónimo para proteger su identidad.
“Quería ver el trofeo en manos del capitán, Jalal Hosseini, y nada podía impedírmelo. Pensé que tal vez este momento no se volvería a repetir y que tal vez no estaría viva cuando abrieran las puertas del estadio a las mujeres”, agrega.
Ya sea por el uso obligatorio del hiyab o por la prohibición de asistir a eventos deportivos, las mujeres han sentido toda la fuerza de la represión estatal desde la Revolución Islámica de 1979.
El disfraz de Leyli
“Quería estar en la final de 2017 a toda costa y solo me preguntaba: ‘¿Por qué no puedo ir? ¿Por qué no nos dejan entrar en los estadios?’ Estas reglas solo están basadas en creencias podridas. Es una falta de respeto limitar lo que las mujeres pueden hacer mediante la coacción”, recuerda la mujer iraní.
Así que hizo lo único que pensó que podía hacer para entrar en el enorme estadio Azadi, el emblemático recinto con capacidad para 100.000 espectadores (hombres): se vistió de chico, poniéndose capas de ropa para disimular sus formas femeninas.
“No fue nada fácil. Me puse mucha ropa para que fuera menos evidente. También tuve que maquillarme. Me preocupaba que no fuera lo suficientemente buena para engañar a la policía”, explica Leyli. Después de un viaje por la ciudad para llegar al estadio horas antes del partido, hubo otro problema: “No quería ir al baño en el estadio, así que ni siquiera podía beber nada”.
Estaba la amenaza constante de ser descubierta por los guardias de seguridad, o por la policía secreta, que se situaba entre la multitud. “Tenía mucho miedo. No sabía qué pasaría si descubrían que no era un chico y cuál sería la sanción”.
Mujeres descubiertas
Las preocupaciones de Leyli no eran infundadas, como demostró un trágico incidente dos años después. En marzo de 2019, Sahar Khodayari, una hincha del rival local del Persépolis, el Esteghlal, fue sorprendida viendo a su equipo dentro del estadio. Al enterarse de que podía enfrentarse a seis meses de prisión, Khodayari se suicidó frente al edificio del Tribunal Revolucionario Islámico.
Se hizo conocida como la “chica azul”, en referencia a los colores del club Esteghlal. Otras mujeres encarceladas por ver el fútbol son Forough Alaei, Zahra Khoshnavaz, Leili Maleki y Hedieh Marvasti, que solo fueron liberadas en 2019, después de que sus familias pagaran 11.000 dólares.
La presión de la FIFA y de grupos como Open Stadiums hizo que las autoridades permitieran desde agosto que un número limitado de mujeres ingresara a una sección separada en el Estadio Azadi. Pero ahora las puertas están cerradas nuevamente para todos, con las autoridades preocupadas por las protestas en curso. Para Leyli, por primera vez en años, el fútbol no es tan importante: “No sabemos qué pasará”.
(ct/cp)