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Jair Bolsonaro obtuvo más votos de los previstos en las elecciones presidenciales de Brasil. Lula da Silva es el favorito para la segunda vuelta, pero eso no es motivo de celebración, opina Philipp Lichterbeck.El presidente populista de derecha, Jair Bolsonaro, logró en la primera ronda el 43,2 % de los votos, casi un cinco por ciento por detrás de su rival de izquierda, Lula da Silva (con el 48,4 %). El presidente de Brasil alcanzó mucho más de lo que habían pronosticado las encuestas. Para los encuestadores, el resultado de las elecciones supone un desastre y fomenta los mitos conspirativos de la derecha populista sobre la falsificación de los resultados electorales a favor de la izquierda.
También los medios de comunicación deben cuestionarse por qué siguieron informando sobre la narrativa del muy rezagado Bolsonaro, a pesar de que su potencial de movilización fue más que evidente en sus manifestaciones en todo el país. Sin querer, propiciaron que aumentara aún más la desconfianza hacia los medios tradicionales.
La derecha populista, la voz cantante en el Congreso
Según la aritmética electoral actual, se puede esperar que Lula da Silva gane contra Bolsonaro en la segunda vuelta del 30 de octubre, pero este se enfrentará a un Congreso muy conservador y recalcitrante.
Allí, muchos senadores y diputados bolsonaristas harán todo lo posible para torpedear cualquier plan de Lula.
Lula quiere que Brasil vuelva a ser más verde e internacional, impulsar la educación, la cultura y la ciencia, proteger mejor a los pueblos indígenas y ofrecer a más oportunidades y derechos a las personas indígenas y desfavorecidas. Pero el nuevo Congreso difícilmente lo apoyará con sus planes.
La derecha muy conservadora, que llevará la voz cantante en el nuevo Congreso, quiere algo muy diferente: facilitar aún más la tenencia de armas, crear escuelas militares más disciplinadas, explotar más despiadadamente la selva amazónica y fortalecer las iglesias evangélicas. Además, las minorías sexuales no tendrán más derechos, ni se ampliarán las cuotas para personas negras.
Bolsonaro no tiene interés en compromisos
Para las personas de pensamiento progresista, ese escenario es una pesadilla. No solo están decepcionados después de estas elecciones, sino que están francamente perturbados y asustados. Ya se habla de la ingobernabilidad de Brasil. Incluso para el gran comunicador Lula, que acostumbra a decir que puede hablar con todos, será difícil entablar un diálogo con la derecha populista de Bolsonaro.
El partido del actual presidente de Brasil es asombrosamente similar al de Donald Trump, en EE. UU., o al llamado movimiento «Querdenker» (o de pensamiento transversal) en Alemania. Sus seguidores solo obtienen información a través de sus propios canales, en los que casi todos los días se entretejen nuevos mitos conspirativos. No muestran interés por crear compromisos con el otro bando, al que consideran un enemigo. En cambio, lo provocan y sabotean siempre que sea posible.
Los mayores perdedores de estas elecciones son también, por lo tanto, los conservadores moderados. A expensas de la centro-derecha, el movimiento de Bolsonaro se ha convertido en una fuerza política que hay que tomar en serio, que no desaparecerá y que no debe ser subestimada.
Lula buscará el camino hacia el centro
Lula intentará ahora alinearse más hacia el centro político. Es posible que pronto presente a un candidato ortodoxo para su ministerio de Economía y Finanzas. En las próximas tres agotadoras semanas de campaña, tendrá que pensar en cómo superar la decepción de la izquierda y frenar al mismo tiempo el impulso de Bolsonaro, quien sorprendentemente ganó en estados muy poblados y económicamente potentes del país, Sao Paulo y Río de Janeiro.
Contrariamente a lo que se esperaba, estas elecciones no significna que se producirá una transformación con respecto a los destructivos últimos cuatro años. No es un buen augurio para el medio ambiente de Brasil, sus pueblos indígenas y la democratización de la sociedad. También es probable que el rol internacional de Brasil siga mermando: el país está más aislado que hace décadas, debido a la dura política exterior y a las acciones despiadadas de Bolsonaro en la Amazonía.
Aún no hay ganador de las elecciones en Brasil
Lula quiere cambiar todo eso. La UE también estaría ya preparada para entablar nuevamente un diálogo con Lula sobre la protección de la Amazonía, los derechos humanos y el congelado tratado de libre comercio con los países del Mercosur.
Si Lula llega al final a ganar por la mínima, es probable que esté tan ocupado con la política nacional que la política exterior solo desempeñe un papel secundario.
Brasil sigue retrocediendo con estas elecciones. Aparentemente, muchos votantes no tienen ningún problema con los ataques de Bolsonaro a la ciencia, la cultura, el medio ambiente, la educación, los pueblos indígenas y la democracia; al contrario, parecen apoyarlos. Es difícil imaginar qué rumbo tomará Brasil si Bolsonaro gana el 30 de octubre, eventualmente con viento favorable por los positivos datos económicos actuales.
Philipp Lichterbeck vive en Brasil desde 2012. Colabora con diarios de Alemania, Suiza y Austria. Viaja frecuentemente entre Alemania, Brasil y otros países del continente americano. Su texto refleja la opinión del autor, no necesariamente la de DW.
(rmr/rml)