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Comer carne vacuna es uno de los temas centrales de Luiz Inácio Lula da Silva, quien se enfrenta al actual presidente Jair Bolsonaro. En Brasil, hacer un asado es considerado un símbolo de estatus social.Cuando Luiz Inácio Lula da Silva sale de gira por todo el país, sus partidarios pueden contar con algo seguro: tarde o temprano, el candidato presidencial hablará de algo que es casi sagrado en Brasil, la comida. La barbacoa, dice el expresidente, es un «derecho fundamental del pueblo brasileño”, y agrega que, «no puede ser que Brasil sea el primer productor de carne del mundo y que la gente tenga que hacer fila en la puerta de la carnicería, para acabar solo con los huesos».
Si es elegido, ha dicho, el control de las exportaciones de carne de vacuno sería una de las prioridades de su programa, para que más carne se quede en casa y a precios bajos. China, por ejemplo, importa enormes cantidades de carne de vacuno brasileña.
Se critica que durante el gobierno de Jair Bolsonaro la comida se ha convertido en un «artículo de lujo», razón por la cual los brasileños comen menos carne vacuna en los últimos años.
Por este motivo, la campaña de Lula toca un punto sensible para el presidente Jair Bolsonaro, que es que los precios de la carne se han disparado a la par que la inflación. El año pasado, el consumo de carne de vaca en Brasil fue de solo 24,6 kilos por cabeza al año, siendo el tercer consumidor del mundo, por detrás de Argentina y Estados Unidos. Un número significativamente menor al de 2006, bajo el mandato de Lula da Silva, cuando la población consumió una media de 32,08 kilos por persona. La experta en nutrición Lis Blanco afirma que, «hoy la carne es un símbolo de estatus porque se ha encarecido».
Por otro lado, las apariciones de Lula en la campaña son como un viaje al pasado. Hace casi 20 años, como presidente, había lanzado su muy comentado programa «Fome Zero» (Hambre Cero), para luchar contra el hambre en Brasil. En enero de 2003, durante su discurso de investidura, declaró que pondría el desayuno, el almuerzo y la cena a disposición de todos los brasileños.
Casi dos décadas después, la narrativa de Lula en su campaña se centra en la caída del consumo de carne. Para Blanco, lo que ha hecho el expresidente es una jugada inteligente de marketing y de estrategia de movilización que une a todo el país, de norte a sur. En ese sentido, «el lema ‘Todos podrán comer asado’, se traduce en ‘Todos tendrán dinero para hacer asado'», dice Blanco.
La promesa electoral no encaja con la protección del medio ambiente
Pero ¿cómo encaja la nueva promesa electoral de Lula con la protección al medio ambiente? Un informe de la ONU señala que la carne vacuna es el alimento que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero y a la deforestación de la selva amazónica. Su producción requiere 36 veces más tierra que la de proteínas vegetales; el ganado de pastoreo emite enormes cantidades de metano, y también consume grandes cantidades de gua.
Pero esto no impidió que Lula da Silva enfrentara duramente a Bolsonaro en un duelo televisivo, aludiendo a los niveles récord de deforestación en la selva tropical de Brasil. Se podría decir, entonces, que la campaña del expresidente está actuando un tanto desbalanceada al denunciar los daños del actual gobierno al medio ambiente y, al mismo tiempo, incentivar el «derecho a la barbacoa».
Y es que el tema de la carne es trascendental en Brasil. En junio, el congresista David Miranda publicó un mensaje en Twitter en apoyo a la campaña del «lunes sin carne», un movimiento internacional que comenzó en 2003 y que pide a la gente no comer carne los lunes, para proteger al medio ambiente. Tras sus dichos, Miranda recibió duros ataques por internet.
Mientras tanto, en las favelas se está haciendo viral un nuevo lema: «Carne, cerveza y Lula 2022».
(cp)