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El río Rin, un símbolo alemán que se muere de sed

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Para los alemanes, el Rin es algo más que una ruta de transporte y un patrimonio de la UNESCO. Incluso los romanos lo utilizaban. Tuvo su apogeo durante el periodo del Romanticismo, y hoy es víctima del cambio climático.En las últimas semanas, los alemanes miran con inquietud a «su» río Rin. Aunque la situación se ha aliviado un poco tras las lluvias en el sur de Alemania, la gente está horrorizada por cómo el cambio climático está afectando al río más largo de Alemania. Después de todo, el Rin es un símbolo nacional alemán que atrajo e inspiró a poetas y pintores como casi ningún otro. El Romanticismo reflejó como ningún otro movimiento cultural el apogeo de ese entusiasmo por el Rin.

En 1816, el poeta inglés Lord Byron quedó tan encantado con las ruinas del castillo de Drachenfels, sobre la montaña del mismo nombre, en las cercanías de la ciudad de Bonn, que inmediatamente tomó la pluma y escribió los famosos versos «La almenada roca de Drachenfels». Allí detalló que le gustaría descansar al pie del Drachenfels durante el resto de su vida.

Con sus versos, desató una avalancha de poesía sensible a la naturaleza, e incluso impulsó el turismo en el Rin. En la actualidad, el Museo Siebengebirge, situado en la tranquila ciudad de Königswinter, cercana a la excapital, revive la fascinación de los románticos por el río más famoso de Alemania.

El castillo de Drachenburg, un símbolo lleno de mágica

Por ello, la pequeña ciudad a orillas del Rin sigue siendo un destino popular de excursiones, y es mencionada en todas las guías de viaje. Por la región no solo pasaron poetas como Heinrich Heine, Clemens Brentano o Joseph von Eichendorff. Numerosos pintores también viajaron para explorar el río y sus variados paisajes y plasmarlos en imágenes. Sobre todo el castillo de Drachenburg inspiró a muchos escritores y pintores por su belleza y su magia.

«Los artistas estaban fascinados por la mezcla de esta región», dice el antiguo director del pequeño museo de Königswinter, Elmar Scheuren. «Por un lado, era un paisaje que se podía pintar maravillosamente, y por otro,había mucha actividad humana allí», agrega. Prueba de esta actividad son los castillos situados en ambas orillas del Rin, que aún pueden admirarse.

En la Edad Media, estos eran fortificaciones militares a lo largo de la popular ruta comercial, pero con el paso de los siglos dejaron de ser útiles: las nuevas técnicas de armamento los volvió superfluos, y no servían como residencias. Es incluso sorprendente que aún queden tantos, porque algunos se utilizaron para construir iglesias, por ejemplo, recuerda Scheuren. Las piedras de la catedral de Colonia también proceden del Rin. Hasta el siglo XIX, la draconita, la piedra gris de los Drachenfels, se extraía y se llevaba hasta Colonia.

El culto a las ruinas y la celebración el progreso

Para los románticos, las ruinas a lo largo del Rin brindaban exactamente el grado de inquietante atracción que necesitaban para su arte. Por supuesto, también eran símbolos políticos y signos de un floreciente sentimiento nacional en el siglo XIX. Mientras que, por un lado, la naturaleza salvaje y virgen entusiasmaba a los artistas, por el otro también daban cabida en sus pinturas a referencias de la civilización y del progreso.

Johannes Jakob Diezler, por ejemplo, creó el cuadro «Niederlahnstein und Kappellen-Stolzenfels» (1830): un idilio perfecto, pero solo a primera vista. Si se observa con atención, se verá que el pintor no solo se interesó por la belleza del paisaje. También muestra la infraestructura moderna. Un barco de vapor navega por el Rin, se ven viñedos en las orillas y un carruaje acerca a los viajeros al río. «El paisaje cultural era el paisaje en sí mismo para los artistas», comenta Scheuren.

A finales del siglo XIX, la popularidad del Rin en el arte alcanzó su punto máximo. Luego, en el siglo XX, los viajes de larga distancia sustituyeron cada vez más a las vacaciones en el Rin. Sin embargo, este popular río no ha sido olvidado, y sigue siendo emblemático hasta el día de hoy. El Drachenfels, con sus 350 metros, es la montaña más escalada de Europa.

(ct/cp)

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