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En casi todos los países latinoamericanos, los gobiernos apuestan por las Fuerzas Armadas en el combate al crimen organizado. No obstante, la militarización también afecta a cada vez más ámbitos de la sociedad civil.Desde los años 90 del siglo 20, hay una tendencia en América Latina a militarizar el combate contra el crimen organizado. “Uruguay y Argentina mantienen reglas específicas para que las Fuerzas Armadas no se involucren en tareas de seguridad pública. Sin embargo, son excepciones” en la región, explica a DW Anaís Medeiros Passos, profesora asociada del Departamento de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Federal de Santa Catarina, en Brasil.
Actualmente, en México, por ejemplo, se debate intensamente el tema de la militarización de la lucha contra el narcotráfico y otras formas de violencia organizada, después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunciara que la Guardia Nacional, cuerpo de seguridad creado en 2019, pasará a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Policías militares y militares políticos
En entrevista con DW, Catalina Niño, experta en temas de seguridad de la Fundación Friedrich Ebert, en Colombia, agrega que también hay una tendencia a militarizar a las Policías, como es el caso de Colombia: “El nuevo gobierno de Gustavo Petro está planeando que eso va a cambiar, pero, por el momento, nuestra Policía sigue siendo parte del Ministerio de Defensa.”
Brasil y Venezuela, por su parte, son casos ilustrativos de la presencia de militares en la política. En estos países sudamericanos hay varios militares y exmilitares en cargos que normalmente ocupan civiles. El mismo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, es un militar retirado, y miembros de las Fuerzas Armadas han llegado a ocupar la vicepresidencia, posicionarse al frente de once de 22 ministerios y ocupar unos 6.000 puestos en secretarías y ministerios.
COVID-19, pandemia militarizada
Asimismo, Medeiros Passos destaca que también se han militarizado otras áreas de la sociedad, como sucedió durante la gestión de la pandemia del coronavirus. “Todas las democracias latinoamericanas utilizaron a los militares, en algún grado, en sus respuestas estatales contra el COVID-19; eso incluyó logística, salud y producción industrial”, señala.
En El Salvador, por ejemplo, los soldados estuvieron a cargo de controlar el toque de queda y el cumplimiento de la cuarentena social, mientras que en Honduras los militares llegaron a dispersar de forma violenta manifestaciones pacíficas para exigir alimentos, agua y medicamentos.
Ventajas a corto plazo
En casos de emergencias sanitarias, humanitarias o naturales, las Fuerzas Armadas suelen tener una ventaja logística y organizativa para atender cierto tipo de crisis, apunta Niño. La socióloga señala que para los gobiernos es fácil recurrir a los militares, porque están pensados como una organización que debe atender órdenes de su comandante superior, que, en general, es el presidente.
Para Medeiros Passos, otra ventaja es el efecto de disuasión: “La intervención militar puede estabilizar, o también disminuir los niveles de violencia criminal a corto plazo. En regiones donde las policías están corrompidas, o poco preparadas para contrarrestar organizaciones criminales, eso todavía es una opción”.
Eternizando las Fuerzas Armadas
No obstante, ambas expertas consultadas por DW concuerdan en que hay varios riesgos asociados a la militarización de las fuerzas de seguridad y de otros ámbitos de la sociedad civil, como la exposición de los soldados a la corrupción, el aumento de violaciones de derechos humanos y abusos en contra de la ciudadanía.
Niño critica que, eternizando a las Fuerzas Armadas, se debilita a las otras instituciones que deberían estar a cargo de la seguridad. “Eso impide hacer esfuerzos más integrales y decididos para depurar a la Policía corrupta y fortalecerla”.
La contradicción, en opinión de Medeiros Passos, es que “la función principal de las Fuerzas Armadas consiste en la defensa externa. Sin embargo, hasta en los países que utilizan los militares de manera frecuente en funciones de seguridad pública, la educación militar se enfoca en la guerra. Cuando los militares actúan como policías, son necesarias habilidades distintas para actuar en conformidad con los parámetros democráticos.”
(cp)