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La crisis en Argentina está alimentando el debate sobre la introducción de un salario básico. Los partidarios de este se movilizan, y el gobierno hace cambios en el Ministerio de Economía e introduce el dólar soja.Hay mucha rabia en las calles de Argentina. En unos pocos días, el peso argentino perdió alrededor del 40 por ciento de su valor frente al dólar. Las consecuencias son dramáticas, especialmente para los pobres. Los precios suben, o como dijo el activista social Juan Grabois, «¿Qué se puede comprar hoy con 1.000 pesos?».
Garantizar ingreso mínimo
El aumento constante de los precios y la inflación han provocado un debate sobre una versión argentina del salario universal. Con esto se pretende cerrar la brecha que sufre, en particular, la población de bajos ingresos, para quienes simplemente ya no hay suficiente dinero en vistas del aumento constante de los precios.
«Tenemos que garantizar un salario básico para quienes no están protegidos por sindicatos, convenios colectivos o regulaciones estatales”, explicó Grabois en entrevista con DW. Grabois, cada vez más popular en Argentina, es considerado «la voz de los pobres».
Redistribución generaría ingresos
«Sin este ingreso mínimo, la sociedad es profundamente injusta, si no, hay un sector de trabajadoras y trabajadores que no tienen ninguna protección, y entoncesen Argentina no caen en la pobreza, sino en la pobreza extrema, en la indigencia”, advirtió Grabois, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Su propuesta es la financiación a través de la redistribución: «Extraigan el uno por ciento que crean las grandes corporaciones, que siempre ganan en todas las crisis. Y pongan esos fondos a disposición de los sectores más pobres de la sociedad», reclama.
Esa idea encuentra cada vez más adeptos en Argentina, sobre todo, en la extrema izquierda. La diputada Victoria Tolosa Paz es partidaria de un debate, pero sin «el griterío en la calle». La actitud más que decidida de Grabois, como líder de este movimiento, es considerada controvertida en las filas del presidente Alberto Fernández, sobre todo, porque Grabois está ejerciendo, con sus demandas y marchas de protesta, una presión masiva sobre la alianza peronista en el gobierno.
Falta una definición exacta del salario básico
A todo ese se suma que «hasta ahora no se ha definido con precisión cómo se estructurará realmente el salario universal», dijo el consultor empresarial Carl Moses, desde Buenos Aires, en entrevista con DW. Eso da lugar a la especulación política. Para un hogar de cuatro personas, el costo de la canasta básica alimentaria es de 100.000 pesos. El Estado tendría que aumentar los salarios hasta dicha cantidad para asegurar así el sustento de las familias de bajos ingresos.
La canasta básica alimentaria se calcula en base a una cesta de compras de bienes y servicios para satisfacer las necesidades de un hogar promedio, a fin de determinar así el índice de precios y la inflación. Se utiliza como indicador del costo de vida o precios de consumo. Y, en la actualidad, la canasta solo va en vertiginoso ascenso.
La propuesta de un salario básico es un paso en la dirección equivocada, critica, por su parte, Rebeca Fleitas, diputada por el partido populista libertario La Libertad Avanza, en Buenos Aires. «Eso significaría: más Estado aún. Pero necesitamos exactamente lo contrario para resolver los problemas estructurales de la economía argentina. Es decir, más empresariado privado, más competencia, más mercado, para fortalecer la economía argentina». El líder de ese partido, el polémico Javier Milei, ha estado haciendo campaña, desde hace años, a favor de una dolarización de la economía que, según él, estabilizaría al país.
Decisiones innovadoras
Se han anunciado nuevas protestas en Argentina para este fin de semana. La presión sobre el gobierno del presidente Alberto Fernández aumenta para que se compensen los efectos de la crisis económica en los sectores de bajos ingresos de la población. Fernández reaccionó recientemente con un cambio en la cúpula del Ministerio de Economía, y también introdujo el nuevo dólar soja para fomentar los activos de la cosecha del sector agrícola, que había paralizado sus ventas debido a las fluctuaciones monetarias. De ambas decisiones depende también de cómo se desarrollará la estabilidad política del país y, por ende, del gobierno.
(rmr/cp)