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Analista no considera probable que la Casa Blanca y el régimen de Nicolás Maduro logren alcanzar una efectiva normalización de sus relaciones diplomáticas en el corto plazo.Con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, la política exterior venezolana dio un giro de 180 grados, distanciándose progresivamente de los Estados Unidos, principal socio comercial hasta ese momento, y acercándose a Cuba y a países extrarregionales como Rusia, China, Irán, Bielorrusia y Libia. A través de cientos de convenios muy opacos, el régimen de Chávez estableció con estos países relaciones estrechas no solo de tipo político y económico, sino también de carácter militar, cultural, científico tecnológico. Esta política de alianzas con países extrarregionales fue continuada por su sucesor, Nicolás Maduro.
El paulatino desmontaje de la democracia venezolana y la continuaviolación de los derechos humanosen el país, junto con el alejamiento de Venezuela de la órbita occidental, fueron incrementando las tensiones entre los Estados Unidos y el gobierno de Chávez. En el año 2014, el Congreso de EE.UU. aprobó la ley federal “Venezuela Defense of Human Rights and Civil Society”, mediante la cual se autorizó al ejecutivo norteamericano para imponer sanciones a aquellas personas que presuntamente hubieran participado en actos de violencia y violaciones de derechos humanos en Venezuela.
La estrategia de Trump
A partir del año 2017, el gobierno de Donald Trump comenzó a imponer un conjunto de sanciones económicas contra individuos, instituciones y entidades financieras vinculadas al régimen de Nicolás Maduro. En enero de 2019, ocho meses después de la cuestionada reelección de Maduro, la confrontación entre ambos gobiernos desembocó en el cese de las relaciones diplomáticas. El desencadenante de la ruptura fue el reconocimiento que el gobierno norteamericano, junto con más de 50 países, dio al Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó como Presidente interino de Venezuela. Ese mismo año, como una forma adicional de presionar la salida del poder de Maduro, el gobierno de Trump amplíó las sanciones norteamericanas a todo el sector petrolero venezolano. A pesar del impacto de estas sanciones, ellas no lograron todo el efecto político deseado pues Maduro se mantuvo aferrado al poder, entre otras razones, gracias al apoyo prestado por Rusia, China e Irán para sortear parcialmente las sanciones norteamericanas y europeas.
Con el arribo de Biden a la presidencia norteamericana en enero del 2021, cambió la llamada política de “máxima presión” de Trump sobre el régimen de Maduro: “Mientras que la teoría del cambio de la administración anterior (Trump) se basó en el colapso del régimen, la nuestra se basa más en la necesidad de reconocer que solo una negociación conducirá a un cambio concreto y sostenible en Venezuela hacia el orden democrático”, explicó Juan González, director de Biden para el Hemisferio Occidental, en una entrevista aparecida en “Americas Quarterly”.
Diálogo en México
En medio de una crisis humanitaria y con niveles históricos de hiperinflación, el 13 de agosto de 2021, bajo la facilitación de Noruega y con el acompañamiento de Los Países Bajos y de Rusia, representantes del régimen de Nicolás Maduro y de la Plataforma Unitaria opositora firmaron un memorándum de entendimiento para dar inicio a un proceso de dialogo en la ciudad de México. En este memorándum de entendimiento se establecían siete puntos a negociar, entre los que destacan: garantías electorales, cronograma electoral, levantamiento de las sanciones y medidas de protección social al pueblo venezolano. A estos temas habría que agregar la pretensión expresada públicamente por Maduro de lograr una “apertura del diálogo directo” con el gobierno de Estados Unidos para atender todos los asuntos bilaterales. Dos meses después de iniciadas las conversaciones, y con apenas cuatro rondas de encuentros realizadas, el diálogo fue suspendido de manera unilateral e indefinida por el gobierno venezolano, bajo la excusa de la extradición a Estados Unidos de Alex Saab, presunto testaferro de Nicolás Maduro.
La invasión de Rusia a Ucrania colocó a Occidente ante la posibilidad de una grave crisis energética. El gobierno de Biden, en la convicción de que este conflicto podría prolongarse de manera impredecible en el tiempo, introdujo cambios en su política exterior con el objeto de propiciar acercamientos con países productores de energía. Esta política de acercamiento incluyó a Venezuela, pese a su menguada producción de hidrocarburos, en buena parte debida a la debacle de su industria petrolera y a la prohibición que empresas petroleras extranjeras tienen para operar en Venezuela como resultado de las sanciones.
Visitas estadounidenses
El 5 de marzo de 2022, de manera sorpresiva para la gran mayoría de los venezolanos, una alta delegación del gobierno norteamericano, encabezada por Juan González, se entrevistó con Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores. Con esta visita se dio inicio al diálogo directo que había solicitado Maduro meses atrás, con miras a establecer una agenda bilateral. A raíz de este encuentro, se produjo la liberación de dos estadounidenses detenidos en Venezuela. De acuerdo con la declaración de Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca para ese momento, “el propósito del viaje [a Venezuela] fue discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética”. Posteriormente, el portavoz del Departamento de Estado Ned Price declaró en rueda de prensa, el 16 de marzo, que esa visita estuvo orientada a buscar la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela, así como “urgir al régimen de Maduro a volver a la mesa de negociación” con la oposición en México para restaurar la democracia.
El 16 de mayo de 2022, el gobierno de Biden flexibilizó las sanciones y permitió a la petrolera estadounidense Chevron negociar con la petrolera estatal PDVSA los términos de posibles actividades futuras en Venezuela. Por otra parte, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sacó de su lista de sancionados a Carlos Malpica Flores, sobrino de Cilia Flores, esposa de Maduro. Al siguiente día, la Plataforma Unitaria declaró a través de un comunicado que se habían iniciado “conversaciones formales con nuestra contraparte (el gobierno) a los fines de lograr la pronta reactivación del diálogo”. El 5 de junio de 2022, el Gobierno de EE.UU. flexibilizó aún más las sanciones al permitirle a la petrolera italiana Eni y la española Repsol reanudar los envíos de petróleo venezolano a Europa.
Una alta delegación norteamericana llegó a Venezuela el 28 de junio para reunirse una segunda vez con representantes del gobierno de Maduro. Según declaración de Maduro, el objetivo de esta segunda visita fue dar seguimiento a las comunicaciones iniciadas el 5 de marzo para así continuar avanzando en la agenda bilateral. Esta visita tuvo como antecedente inmediato la noticia sobre el intento de suicidio del ex soldado de la marina norteamericana John Matthew Heath, uno del grupo de estadounidenses detenidos en Venezuela.
Obstáculos a un deshielo
El analista internacional Carlos Romero, profesor e investigador de la Universidad Central de Venezuela, no considera probable que la Casa Blanca y el régimen de Nicolás Maduro logren alcanzar una efectiva normalización de sus relaciones diplomáticas en el corto plazo. Ello supondría “primero, un reconocimiento de Maduro como gobernante legítimo de Venezuela por parte de Washington, lo cual conllevaría de facto el desconocimiento del gobierno interino de Juan Guaidó. Segundo, el levantamiento de todas las sanciones dependería de la disposición de Maduro a regresar al proceso de dialogo dentro del esquema de México y alcanzar allí acuerdos que conduzcan a la democratización de Venezuela a través de elecciones libres. Tercero, la normalización no sería posible si el gobierno de Maduro sigue profundizando sus alianzas con Rusia y con otros países enfrentados a los Estados Unidos”. Por ello, concluye Romero, “las actuales circunstancias no parecen favorecer la posibilidad de alcanzar acuerdos en estos temas tan complejos”.
En efecto, desde marzo de este año y en paralelo a las dos reuniones bilaterales, se ha producido una serie de hechos que confirman la advertencia de Romero sobre la dificultad de que puedan normalizarse las relaciones entre los dos países.
El 16 de mayo, Nicolás Maduro designó como su nuevo canciller a Carlos Faría, quien hasta ese momento se desempeñaba como embajador en Moscú. Durante el mes de junio, Maduro realizó una gira de once días para estrechar relaciones con seis países de África y Eurasia, incluyendo a Irán. Según Juan Contreras, Presidente del Colegio de Internacionalista de Venezuela, el propósito más importante de esta gira fue lograr apoyos políticos y financieros para enfrentar y evadir las sanciones norteamericanas y europeas. El 4 de julio, el canciller Venezolano, Carlos Faría, se reunió en Moscú con el Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, para promover distintos proyectos de cooperación técnico-militar y reiterar el respaldo de la administración de Nicolás Maduro a Moscú. Cabe destacar que esta manifestación de apoyo a Rusia la hace el canciller Faría el día en que Estados Unidos celebra el aniversario de su independencia.
Respecto al proceso de dialogo y a pesar de que el gobierno de Maduro había manifestado su intención de regresar a la mesa de negociación según el formato acordado en México, Maduro declaró el 8 de marzo, solo tres días después de la primera visita a de la delegación norteamericana, la necesidad de un “reformateo del proceso de diálogo nacional, para ir hacia un proceso más inclusivo, abarcador, amplio”. Jorge Rodríguez, jefe de la delegación oficialista, reiteró el 18 de mayo la exigencia del gobierno de Maduro respecto a la participación de Alex Saab en el dialogo. A pesar de la disposición de la oposición de reunirse cuanto antes, lo cierto es que al día de hoy no hay fecha prevista para la reanudación del diálogo en México.
Los Estados Unidos, por su parte, han emitido señales y declaraciones respaldando al gobierno interino de Juan Guaidó y ratificando su postura de que no habrá levantamiento sustancial de las sanciones hasta tanto no haya resultados en México respecto a la democratización de Venezuela. Por ejemplo, y a pesar de las protestas de algunos países del hemisferio, incluido México, el presidente Biden tomó la decisión de excluir por su déficit democrático al gobierno de Nicolás Maduro de la Cumbre de las Américas realizada en la ciudad de Los ángeles. Durante la Cumbre, el presidente norteamericano se comunicó telefónicamente con Juan Guaidó para ratificarle su apoyo. Fabiana Rosales, esposa de Guaidó, fue recibida a los pocos días por Biden en la Casa Blanca, y allí Biden ratificó una vez más el respaldo norteamericano para que en Venezuela se realicen elecciones libres.
Limitaciones internas
A esta compleja situación habría que agregar las limitaciones internas que tienen ambos países para normalizar la relación bilateral. Por un lado, el chavismo-madurismo lleva más de veinte años tejiendo una compleja trama de relaciones políticas, económicas y militares con Cuba, Rusia, China e Irán, de manera que los intereses de esos países limitan las opciones que Maduro podrá manejar.
Por otra parte, aunque la gravedad de la emergencia energética pesará mucho sobre el curso de acción de la Casa Blanca frente a Venezuela, Biden deberá considerar también la existencia de importantes sectores políticos y académicos norteamericanos que rechazan el acercamiento de Washington a Miraflores, pues consideran que el levantamiento de sanciones fortalecería al régimen de Maduro y debilitaría aún más a la oposición democrática. A pocos meses de las elecciones para el Congreso norteamericano, la posición crítica de estos grupos y su posible impacto, en especial sobre el electorado latino, es un factor que limita las opciones de Biden.
Finalmente, conviene advertir que estos procesos de negociación siempre son muy reservados. Seguramente, existe información importante que no sale a la luz pública. Asimismo, el entorno geopolítico mundial se vuelve cada vez más complejo, con lo cual resulta muy difícil predecir en estos momentos hacia dónde podría conducir finalmente la política actual de la Casa Blanca con Venezuela. Por el bien de los venezolanos, esperamos que ella en definitiva contribuya a la redemocratización y recuperación de Venezuela.