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Más de cien mil ciudadanos rusos críticos con la política del Kremlin habrían abandonado su país desde que comenzó la guerra contra Ucrania. Los que deciden quedarse, arriesgan su trabajo y su libertad.Los últimos exámenes que Tatiana Chervenko corregirá antes de las vacaciones de verano, podrían ser los últimos de toda su vida profesional. La profesora de matemáticas de Moscú espera poder mantener su puesto de trabajo en el nuevo curso escolar, pero no puede estar segura. La maestra se ha vuelto incómoda para la administración de la escuela debido a su postura en contra de la guerra rusa en Ucrania. En una entrevista con DW lamenta: «Me están presionando. Incluso por cosas aparentemente triviales».
Cuando comenzaron los ataques, cientos de personas salieron a la calle para protestar en su contra. Tatiana Chervenko fue una de ellas. Aunque las manifestaciones fueron pacíficas, Chervenko fue detenida y tuvo que pagar una multa equivalente a unos 300 euros. Mas tarde, la directora de la escuela la citó para hablar con ella sobre sus opiniones políticas: «Conocemos su posición», dijo la directora. «Esto es inadmisible. Pregunté: ¿por qué? Es mi tiempo libre. A lo que ella respondió: sí, pero los padres de sus alumnos podrían oponerse». Desde entonces, la dirección de la escuela ha estado siguiendo sus movimientos, dice Tatiana.
«¡Simplemente váyase!»
La historia de Tatiana Chervenko se repite en toda Rusia. Cualquiera que esté en contra de la guerra, también en contra del Estado, afirman las autoridades. Y en ese caso deben renunciar a su trabajo voluntariamente. Las amenazas dirigidas a los rectores de las universidades llegaron recientemente desde la Duma, la cámara baja del parlamento ruso. Su presidente, Vyacheslav Volodin, amenazó: «Se trata de la seguridad de nuestro Estado. El futuro de nuestro país. Por eso ustedes, queridos rectores, con toda tolerancia, deben ser conscientes de su responsabilidad. Si no es así, simplemente váyanse. Levántense y váyanse».
«Vivimos una especie de guerra civil fría»
La asociación rusa «Alianza de Profesores» teme que estas declaraciones sean recibidas en la base como una llamada de atención y que los educadores con pensamiento crítico se sientan amordazados. Svetlana Losovskaya, miembro de la Alianza de Ulan-Ude, declaró a DW: «Esto es fatal para Rusia. Para toda la sociedad rusa. Actualmente estamos viviendo una especie de guerra civil fría en Rusia». La sociedad está dividida. Sin embargo, Svetlana Losovskaya espera que queden personas que digan la verdad hasta el final.
Pero de estas cada vez hay menos en Rusia. Según las estimaciones, más de cien mil profesionales rusos han abandonado ya su país por miedo a ser perseguidos por sus críticas al Kremlin. Periodistas, investigadores, informáticos, artistas y actores huyen a Georgia, a los países bálticos, a Turquía o a Alemania. Entre ellos se encuentra el conocido joven historiador y erudito religioso Konstantin Mikhailov. Desde hace unas semanas vive en Viena y, como investigador, le gustaría poder hablar libremente de su trabajo, dice Mikhailov en una entrevista con DW: «Cada vez hay más prohibiciones, el poder estatal se inmiscuye cada vez más en la historia, sobre la que, sin embargo, sabe muy poco. Por eso he preferido hablar incluso de las cosas inofensivas desde una distancia segura».
Investigación arriesgada
Lo que antes se consideraba inofensivo, hoy ya no lo es tanto para las autoridades rusas. Mikhailov investiga en el ámbito de la Iglesia Ortodoxa Rusa y se espiecializa en temas de género, incluida la homosexualidad. Estas investigaciones son arriesgadas en la Rusia de Putin, se queja Konstantin Mikhailov. Actualmente está escribiendo un libro sobre los nuevos movimientos religiosos, que cada vez más son abiertamente extremistas en Rusia: «Por supuesto que no soy miembro de estos movimientos, pero yo mismo podría ser declarado extremista simplemente porque investigo sobre ellos.» Oficialmente todavía no hay censura en Rusia, admite Mijailov, y añade: «Pero hay una autocensura organizada por el Estado.”
A diferencia de Mikhailov, la profesora de matemáticas Tatiana Chervenko no quiere abandonar su país. Hace poco, cuenta, una alumna acudió a ella llorando. Tenía familiares en Ucrania y no sabía con quién podía hablar sobre ello. Precisamente estos momentos le demuestran su importancia como pedagoga, dice Chervenko. Actualmente está de vacaciones de verano. Si después pierde su puesto de trabajo, acudirá a los tribunales. Quiere luchar hasta el final.
(ies/jov)