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Tras el asesinato de dos sacerdotes que conmocionó México, la Iglesia católica se ha dirigido a AMLO en un comunicado oficial. Pero, ¿por qué esta vez las críticas del ente eclesiastico tienen un significado especial?Una semana después del asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en México, la Iglesia católica de ese país pidió de forma oficial al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) frenar la avalancha de asesinatos y revisar su política de seguridad. Esta vez, según expertos consultados por DW, las críticas de una de las instituciones más poderosas del país no serán fáciles de evadir.
Los sacerdotes jesuitas Javier Campos, de 79 años y Joaquín Mora, de 80, fueron acribillados cuando trataban de auxiliar al guía turístico Pedro Palma, quien se había refugiado en su iglesia en la ciudad de Cerocahui, Chihuahua. Palma huía de un sicario que finalmente acabó con la vida de los tres hombres y se llevó sus cuerpos, los cuales fueron encontrados dos días después. Este ataque no sería más que el reflejo de la agudización de una crisis de violencia que sobrepasa cada vez más sus límites en el país.
“Si bien antes algunos sacerdotes de las regiones se han pronunciado, este es un mensaje mucho más potente, porque se hace en nombre de toda la Iglesia católica. Ahora, las críticas serán más difíciles de evadir, como acostumbra AMLO. En segundo lugar, porque el 90 por ciento de mexicanos es católico y, por último, porque usualmente los hechos criminales no suceden dentro de los templos”, explica a DW Ricardo Márquez Blas, experto en seguridad pública y autor del estudio “México: Seguridad, Violencia y Futuro en Crisis”.
El rompimiento de un “pacto”
Sin embargo, agrega Márquez, solo era cuestión de tiempo que ocurrieran este tipo de crímenes: “Así como llegó a los periodistas, políticos, empresarios o activistas, iba a llegar a otros sectores, porque la criminalidad, en ese sentido, ya no discrimina”.
Por su parte, Fernando Jiménez, sociólogo mexicano especialista en temas de seguridad, cree que “con este hecho, el crimen organizado rompe, incluso, un pacto simbólico de no tocar a ciertos sectores, como los religiosos”. Pero también demostraría algo muy concreto: “Que en México cualquier persona se encuentra en vulnerabilidad”, dice Jiménez en entrevista con DW.
Distintas personalidades, así como rectores de universidades jesuitas, han criticado la incapacidad de AMLO para controlar la crisis de violencia en el país, que se ha incrementado durante su mandato. Incluso el papa Francisco, también jesuita, expresó su “consternación” por el ataque durante su audiencia semanal en el Vaticano.
De acuerdo con cifras oficiales, alrededor de 100 personas son asesinadas a diario en México. Entre diciembre de 2018 y mayo de 2022, en el país norteamericano se han registrado 121.655 homicidios, cifra que supera la violencia durante el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), cuando se inició la llamada guerra contra el narcotráfico.
AMLO insiste en su estrategia de seguridad
Al ser consultado por la prensa local el último jueves (23.6.22) si, tras los hechos de violencia, considera cambiar su estrategia de seguridad, el mandatario mexicano lo rechazó tajantemente: “No, al contrario, este es el camino, todo esto es el fruto podrido de una política de corrupción e impunidad que se implementó desde los tiempos de Felipe Calderón”, dijo AMLO.
López Obrador defendió así su política de atender la crisis de violencia y seguridad desde la raíz, en la que apuesta por ofrecer programas sociales a los menos favorecidos. “Sus propias estadísticas indican lo contrario: claramente su estrategia no está funcionando porque tenemos más pobres, hay menos gente en la escuela y hay más dificultad para encontrar empleo”, sostiene el experto Márquez. Se requiere, subraya, que las políticas sociales funcionen en sí mismas y generen un efecto de apoyo colateral a la estrategia de seguridad.
Para el sociólogo Jiménez, otros de los factores del fracaso en las políticas de seguridad en México se debe a la impunidad y a que los gobiernos estatales tampoco están haciendo su trabajo. “Si bien está en proceso la Guardia Nacional, esta todavía es muy pequeña para poder dar asistencia a todo el país. Hay lugares donde se necesita presencia policial y eso no ocurre. Las policías locales son muy débiles y las organizaciones criminales en algunos lugares son muy poderosas”, recuerda.
(ms)