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La inflación es un problema en todas partes, pero en Turquía se ubica actualmente en 73,5 %, sin un final a la vista. Aún así, el presidente Erdogan insiste en mantener bajas las tasas de interés.Es mediodía en la capital turca Ankara. Una anciana sube a un dolmus, uno de los minibuses compartidos azul y blanco de la ciudad. Deja su bolsa de compras, saca su billetera y enojada le paga al conductor. «Solía pagar 2,50 liras para llegar a casa desde Kizilay. Luego eran 3,50 liras, después 5. Ahora cuesta 7», se queja, aunque sabe que no es culpa del conductor sino de alguien más. «Es su culpa», dice. «Él está elevando los precios. Debería explicar por qué la gasolina siempre es más cara», reclama.
Él es Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía. Como muchos otros, la mujer se niega a pronunciar su nombre en público. El miedo a las represalias por insultar al presidente, que incluso pueden incluir arresto, es omnipresente.
El conductor, Salim Dermitas, comprende el enfado de la señora. Ha trabajado en la capital por años, pero dice que no ha visto este tipo de inflación galopante en décadas: «No queremos aumentar los precios. La gente ya está teniendo dificultades para pagar su pasaje. Si los precios vuelven a subir, habrá aún menos clientes», lamenta.
El 13 de junio, los precios de los pasajes de trenes expresos también aumentaron por cuarta vez este año, justo antes del comienzo del verano, como se quejaron muchos ciudadanos. En enero, un viaje de Ankara a Estambul costaba 84 liras, ahora cuesta 195, aproximadamente 11 euros.
Tasa de inflación en 73,5 %
La guerra en Ucrania y el aumento de los costos de la energía están elevando los precios en todo el mundo. Aún así, la tasa de inflación de Alemania es actualmente de alrededor de 7,9 %, pero en Turquía es casi 10 veces mayor. En mayo, se situó oficialmente en 73,5 %, su nivel más alto desde 1998.
Según los expertos del Grupo de Investigación de la Inflación Turca (ENAG), en realidad es aún mucho mayor y sugieren que es más probable que esté más cerca de 160,8 %. El instituto oficial de estadísticas de Turquía (TUIK) presentó una denuncia contra ENAG ante los fiscales federales y lo acuso de difundir números diseñados deliberadamente para dañar la reputación del TUIK.
La economía de Turquía estaba experimentando tiempos turbulentos mucho antes de que Rusia invadiera Ucrania, pero desde febrero se ha estado hundiendo en una crisis cada vez más profunda. Los esfuerzos del gobierno para prevenir esto han sido inútiles. El salario mínimo, por ejemplo, se elevó drásticamente, pero el aumento no siguió el ritmo de la inflación, lo que significa que los trabajadores ganan menos y se embolsan alrededor de 278 euros al mes. Al momento de escribir este artículo, un euro equivalía a unas 18 liras.
Aumento masivo de los precios de la gasolina
Los costos vertiginosos son más evidentes en la bomba de gasolina. Según el TUIK, los costos de transporte, que cubren también el precio del gas y el diesel, fueron 224 % más altos en mayo de 2022 que en mayo de 2021. Dado que Turquía cubre casi todas sus necesidades energéticas con importaciones, ha sufrido mucho como resultado de los aumentos de los precios mundiales del petróleo y el gas.
Los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas también casi se duplicaron durante el último año calendario, y registraron una inflación interanual de 91,6 % en mayo. En consecuencia, muchos en Turquía están experimentando miedos existenciales muy reales.
Los expertos financieros, incluido el economista Murat Birdal, de la Universidad de Estambul, atribuyen gran parte de la culpa al Banco Central de Turquía. Dicen que no está actuando de forma independiente y que sus políticas de tasas de interés están contribuyendo significativamente a la inflación galopante. Birdal vaticina tasas de inflación de tres dígitos para finales de año.
El Banco Central debió haber endurecido la política fiscal en los últimos meses y elevado las tasas frente a la inflación galopante. Al menos esta es una práctica económica aceptada en todo el mundo. Pero no lo hizo, de acuerdo con las políticas del presidente Erdogan, quien ha dicho firmemente que la inflación es el resultado de las altas tasas de interés. En un mitin el fin de semana pasado, repitió la promesa de que su gobierno no subiría las tasas de interés, sino que probablemente las bajaría una vez más.
Crisis tras bajada de tipos de interés
Pero fue después de una reducción similar de las tasas de interés en septiembre de 2021 cuando los problemas económicos de Turquía empeoraron considerablemente. Desde entonces, la inflación se ha disparado sin cesar. Recientemente, el déficit de la balanza comercial del país ascendió a casi 26 mil millones de dólares. Al mismo tiempo, la moneda ha seguido cayendo en picada: solo este año, se ha desplomado 23 % frente al dólar en menos de seis meses. El año pasado perdió 44 %. La devaluación de la lira ha hecho que las importaciones, como la energía y las materias primas, se hayan encarecido.
Erdogan espera que su política de tipos de interés bajos atraiga a inversores extranjeros, para dar a la economía un impulso muy necesario. El lunes, prometió llevar a Turquía por un camino que la colocaría entre las 10 principales economías del mundo. El Banco Central, cuyo jefe ha sido reemplazado por el mandatario tres veces desde 2019, está totalmente de acuerdo con sus políticas. Erdogan también reemplazó al jefe del TUIK a principios de año.
En última instancia, el presidente tiene un objetivo general: la reelección en 2023. Recientemente anunció que será el candidato de la Alianza del Pueblo, una coalición entre su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP), de extrema derecha. El MHP es más conocido en Alemania debido a su socio neofascista afiliado, los Lobos Grises, el cual está bajo la vigilancia de los servicios de inteligencia germanos.
Erdogan entiende muy bien qué efecto puede tener la inflación en los resultados de las elecciones: fundó el AKP durante una crisis política y económica en 2001, en un momento en que la inflación se acercaba a 70 %. Un año después, el AKP ganó una abrumadora mayoría de escaños en las elecciones parlamentarias nacionales, y con 365 de 550 escaños, catapultó a Erdogan como un reformador esperanzado.
En ese entonces, los electores castigaron a los partidos gobernantes del país por su papel en la crisis y ninguno logró superar el 10 % para ingresar al parlamento. (rr/ee)