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El ejemplo de los famosos Bronces de Benín demuestra cuán importante es conocer la procedencia de los objetos históricos o artísticos. Algunos están manchados de sangre.Quien quiera dedicarse a investigar la procedencia de objetos de arte o históricos, puede cursar en Alemania estudios especializados. Pero es algo relativamente nuevo. “La investigación de la procedencia era antes siempre parte de otras carreras, como historia del arte o arqueología, explica Felicity Bodenstein, docente de la Sorbona, en París. “Nosotros siempre hemos investigado la procedencia de objetos. Pero solo en los últimos cinco o seis años se han creado puestos de trabajo en este campo, aunque pocos”, explica.
El “caso Gurlitt”
Al hecho de que especialmente en Alemania se haya impulsado este campo de investigación contribuyó, entre otros, el “caso Gurlitt”: Durante la II Guerra Mundial, Hildebrand Gurlitt fue el principal comprador de arte por encargo de Adolf Hitler. En 2013, la policía encontró en la vivienda muniquesa de su hijo y heredero -y posteriormente también en una casa de Salzburgo- cerca de 1.500 obras de arte. Algunas de ellas eran, comprobadamente, piezas robadas por los nazis. Para esclarecer el caso, se creó entonces un equipo especial y se abrió un banco de datos en línea, “Lost Art”, en el que cualquiera puede buscar obras desaparecidas, en cualquier parte del mundo.
El rastreo de arte usurpado durante el III Reich no solo tiene importancia en Alemania, sino también en muchos países de Europa y en Estados Unidos. En 1998, 45 Estados suscribieron los “Principios de Washington”, que establecen cómo se debe proceder con obras robadas por los nazis.
Botín colonial
Entretanto, las investigaciones ya no se concentran solo en el contexto europeo, sino también en objetos procedentes de otras partes del mundo. El ejemplo más destacado son los llamados “Bronces de Benín”, que provienen de la actual Nigeria. La fundación alemana del Patrimonio Cultural Prusiano posee la segunda mayor colección de estos invaluables objetos de culto que fueron hurtados por soldados británicos del palacio real de la Ciudad de Benín, en 1897, y luego vendidos en el mercado de arte europeo.
A comienzos de 2021, Alemania se declaró dispuesta a restituir piezas de la colección a Nigeria. Pero, para llegar a eso, hubo que recorrer un largo camino. Ya en la década de 1970, Nigeria había planteado reclamaciones.
Felicity Bodenstein forma parte del grupo de trabajo “Benín digital”, que investiga la procedencia de los bronces e intenta determinar quiénes son sus legítimos dueños. “Se trata de reunir los datos de todos los objetos saqueados en 1897 en la Ciudad de Benín, en un solo espacio digital”, explica en entrevista con DW. “En el trabajo con nuestros socios nigerianos, quedó de manifiesto la necesidad de crear un acceso más sencillo a informaciones relacionadas con estos objetos”, agrega.
Precisamente en lo que respecta a objetos culturales de antiguas colonias suele haber pocos datos de archivo. “Naturalmente, las tropas británicas no hicieron listas de lo que sustraían. Algunos militares también se llevaron objetos como botín de guerra personal”, dice la experta. Y acota que no llevaron registro de ellos, porque tenían conciencia de que no obraban correctamente.
La colaboración con los países de origen es imprescindible para comenzar por identificar los objetos. Y eso funciona en el banco de datos, en parte, con la ayuda de fotos.
La restitución es asunto aparte. Alemania está, entretanto, dispuesta a avanzar en la elaboración de su historia colonial y a devolver piezas de colección, pero, a diferencia de Austria, no tiene todavía una ley de restitución.
Desde 2019, tiene lugar anualmente una “Jornada de la investigación de procedencia”. Esta vez participan más de 95 instituciones culturales de Alemania, Francia, Holanda, Austria, Suiza y Estados Unidos. Es un intento de dirigir más atención al lugar de origen de los objetos y crear conciencia en la opinión pública acerca de las vías por las que esas piezas llegaron a los museos.
(ers/ms)