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El referéndum revocatorio en México: ¿mucho ruido, pocas nueces?

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Por primera vez los mexicanos deciden el domingo si un presidente se queda o se va a medio mandato. Pero la consulta despierta poco entusiasmo. DW consultó expertos sobre las razones y los cálculos políticos ocultos.Con seis años de mandato, México tiene uno de los períodos más largos en Latinoamérica para un Jefe de Gobierno electo. La idea de darle la palabra al electorado a medio camino para decidir si sigue o no en su cargo, parece entonces un avance democrático. Con ese argumento, el presidente Andrés Manuel López Obrador impulsó en 2019 una reforma constitucional, creando la figura del referéndum revocatorio.

Una paradoja política

Este domingo 10 de abril, por primera vez los mexicanos tendrán así la oportunidad de revocar el mandato a un presidente que ya cumplió medio sexenio.

Lo curioso es que ni la oposición ni la población muestran interés en destituirlo. El Presidente mismo y su partido gobernante, Morena, promueven la consulta, tratando de convertirla en un plebiscito de ratificación de su poder.

Es tanto el afán por movilizar a los electores, que incluso se ha violado la prohibición para funcionarios públicos de hacer campaña y así desafían a la autoridad electoral que ya emitió medidas cautelares de advertencia.

“Nos tiene que poner a pensar cuando actores políticos, tanto el Presidente como altos funcionarios, deciden abiertamente violar la ley en un tema electoral tan delicado,” advierte la politóloga y periodista Ana Francisca Vega, en conversación con DW.

La participación, el principal indicador

Sin embargo, no es algo casual. El resultado parece cantado, ya que todas las encuestas le certifican al presidente una popularidad entre el 58 y 60 por ciento. “En este contexto, la atención no está en el resultado, sino en la participación”, dijo Jorge Buendía, director de la encuestadora Buendía & Márquez, durante una presentación el miércoles en el Wilson Center a la que DW asistió.

Buendía calcula que la participación oscilará entre el 15 y el 20%, muy lejos del 40% requerido para que el voto tenga consecuencias legales.

La apatía popular tiene diferentes razones. “La fecha es pésima, coincide con el inicio de las vacaciones de Semana Santa”, dice Vega. La especialista estima que, en general, “la gente está más preocupada por problemas económicos y el alza de los precios”. Adicionalmente, la mayoría de los políticos de oposición habla de una “farsa”, de un acto de promoción personalista, y llama a la abstención.

Aplauso y medición de fuerzas

“No hay ninguna necesidad política de hacer el referéndum en este momento”, critica Luis Carlos Ugalde, director general de la empresa de análisis de riesgo político Integralia. Los “revocatorios son instrumentos para situaciones extremas de crisis lo cual no es el caso ahora”, comentó en el mismo evento del Wilson Center.

Para Stephanie Brewer, directora para México del Washington Office on Latin America (Wola), el referéndum tiene el objetivo de “medir la fuerza de Morena y de sus candidatos de cara a las próximas elecciones regionales en junio”. En entrevista con DW, consideró que “quieren ver en qué Estados es alta la participación y quiénes son los operadores políticos que pueden movilizar a la gente.”

José Antonio Crespo, sociólogo e historiador, interpreta la consulta como parte del estilo de gobierno de AMLO. “Él se siente bien en permanente modo de campaña y polarización”, dice el biógrafo del Presidente y señala que es la última elección en la que está en juego la persona de López Obrador ya que no existe reelección en México. “Quiere volver a tener aplausos y presumir que hay apoyo.”

¿Trampas populistas con tinte democrático?

Para Ricardo Monreal, senador de Morena, el referéndum revocatorio es parte de la transformación de México en una auténtica democracia participativa con elementos de democracia directa, como destacó en el evento del Wilson Center.

Los demás analistas no concuerdan. Ugalde señala que, si bien puede servir para la rendición de cuentas, también puede convertirse en un instrumento de inestabilidad política. “Me preocupa que la visión sexenal del mandato presidencial se nos vaya a diluir y tendremos un gobernante que llega pensando que en el cuarto año lo pueden revocar. Eso cambia la lógica y visión política”, comentó el analista, que fue presidente del Instituto Nacional Electoral (INE, 2004-2007).

Crespo observa la consulta como otro intento de debilitar y desprestigiar al INE, al que el presidente acusó de no trabajar bien. No deja de preocuparle “que desde la Presidencia se menosprecie o ataque al árbitro imparcial que fue el puntal de la democratización en México”.

Vega coincide: “No me parece que fortalezca la democracia mexicana. Yo veo a un Presidente tratando de capitalizar el referéndum para fortalecer el control del Ejecutivo sobre el INE, lo cual es un escenario delicado en términos de equilibrios democráticos”.

Un distractor costoso

Brewer ve el referéndum como distractor. “Proyecta mensajes a la población para demostrar que este gobierno es diferente. Sin embargo, muchos de los problemas estructurales siguen vigentes y en algunos ámbitos, como la militarización de la seguridad pública, este gobierno está tomando caminos peligrosos.”

“Al final, habremos gastado mucho dinero en algo irrelevante para la vida cotidiana de la gente, pero con muchos riesgos para la democracia mexicana”, concluye Ugalde.

(ers)

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