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El presidente de EE.UU. dice que ya no es concebible un futuro con el gobernante de Rusia. Probablemente sea cierto. Pero aún es incierta la forma en que se puede lograr ese objetivo, opina Bernd Riegert.Con su afirmación de que este hombre, el belicista Vladimir Putin, no puede seguir en el cargo, el presidente estadounidense Joe Biden tiene razón. Solo ha dicho espontáneamente lo que mucha gente piensa y lo que sería moralmente imperativo. El dictador del Kremlin, que hace sufrir a millones de personas, debe ser depuesto y juzgado como criminal de guerra.
Lo único imprudente fue expresar ese pensamiento ahora, ya que se depende de Vladimir Putin como contraparte en las negociaciones para poner fin de alguna manera a la guerra en Ucrania, que él ha desencadenado, mediante un alto el fuego. El propio Joe Biden no se retracta de su declaración tras las discusiones en Estados Unidos, pero, al mismo tiempo, insiste en que Estados Unidos no persigue un cambio de régimen en Moscú como política oficial. Eso no tiene mucho sentido. ¿Sí o no?
Las relaciones normales ya no son posibles
La prioridad ahora es detener el bombardeo de la población ucraniana y el avance ruso. Sin embargo, después debe quedar claro que no puede haber más cooperación con Vladimir Putin y sus secuaces, acusados abiertamente de crímenes de guerra por Estados Unidos y la Unión Europea. Cuanto antes sean superados él y su sistema de gobierno, mejor. Las relaciones políticas y económicas normales con Rusia ya no pueden existir bajo el mandato de Putin. Esto lo dejó en claro también el canciller alemán, Olaf Scholz, en una entrevista de la cadena alemana ARD, aunque no llamara directamente a Putin “criminal de guerra”.
El argumento de que no hay que provocar a Putin no se sostiene. Porque el gobernante del Kremlin sabe, por supuesto, que lo que más desea Occidente es que abandone el poder. No importa si alguien lo dice públicamente o no. Lo importante es que el cambio de régimen no será fácil en la práctica. Dado que la OTAN ha descartado el despliegue de tropas, un asesinato selectivo de Vladimir Putin no es una opción, por ahora. Una solución similar a la utilizada para Osama bin Laden, Muammar al Gaddafi, Saddam Hussein o Nicolae Ceaucescu está fuera de lugar. No porque sea moral o jurídicamente injustificable, sino porque, en estos momentos, apenas se puede atacar a Putin desde el exterior, y no existe un movimiento de resistencia poderoso en la propia Rusia.
Es de suponer que Putin no renunciará voluntariamente a su cargo a través de una dimisión. Así, solo queda una deposición mediante el asesinato selectivo del tirano, que ha existido desde la antigüedad hasta nuestros días. Algunos especialistas en ética y juristas internacionales sostienen que ese acto es éticamente reprobable y no está amparado por la ley. Eso es correcto, en principio. Sin embargo, Putin puede ser considerado el comandante en jefe de un partido en guerra. Por lo tanto, su asesinato por parte de combatientes enemigos sería justificable, según el Derecho Internacional Humanitario y la Convención de Ginebra.
¿Quién podría ser “Bruto”?
La solución también podría ser un “Bruto” cercano a Putin, como dijo el senador estadounidense Lindsey Graham. Bruto asesinó al dictador romano Julio César en el año 44 a.C. Por ello, Graham pidió a los rusos que tomaran el destino en sus manos. Tal vez los oligarcas u otros miembros de la camarilla de dirigentes de Putin estén dispuestos a llevar a cabo ese atentado.
Podría ser, por ejemplo, una versión rusa, y más exitosa, del coronel von Stauffenberg, que casi logró matar al tirano nazi Adolf Hitler con una bomba en 1944, y que es justamente venerado como un héroe en Alemania. Pero la pregunta es también, ¿quién o qué vendría después? ¿Se derrumbaría el brutal sistema de Rusia si este quedara acéfalo? ¿O alguien más ocuparía su lugar?
¿Qué otros medios utilizará Putin?
La historia enseña que hay que enfrentarse a los tiranos. ¿Podemos descartar que el gobernante del Kremlin, que sueña con una resurrección de la Unión Soviética, no recurra a medios más drásticos? El propio Putin ha amenazado a la OTAN con consecuencias sin precedentes si interfiriese en el conflicto. ¿Eso qué significa? ¿Ataques nucleares? ¿Un invierno nuclear?
Visto así el asunto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tiene ciertamente razón. Putin no debería poder permanecer en el poder ni un día más y ordenar matanzas sin sentido. Es necesario un cambio de régimen. El tiranicidio podría ser una solución, pero probablemente siga siendo solo un deseo.
(gg/cp)