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¿Es positivo que Argentina y Brasil reemplacen el cereal de Ucrania?

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Por la guerra en Ucrania, el suministro de cereales a la UE se verá afectado. Para reemplazarlo, ¿es buena idea importar más desde Argentina y Brasil? ¿Qué hay detrás de esta posibilidad?Para compensar el trigo, el maíz y la soja que no llegará a la Unión Europea debido a la guerra de Rusia contra Ucrania, varios Estados miembros abogan por flexibilizar ciertas normas y medidas fitosanitarias para poder importar esos cereales de países terceros.

«Países como Argentina y Brasil estarían en capacidad de exportar la cantidad que la UE necesita, sí”, asegura a DW Luciana Ghiotto, profesora de política económica internacional en la Universidad Nacional de San Martín en Argentina.

«En términos de entrada de divisas, a estos países les conviene la situación de escasez de cereales en Europa. Argentina ya vivió está situación en la Segunda Guerra Mundial, cuando se rompió la cadena de suministro y los países europeos salieron a buscar proveedores de artículos primarios”, agrega.

No obstante, «el riesgo radica en que esta situación le haga una especie de bypass al acuerdo UE-Mercosur y que sean las medidas de flexibilización por emergencia las que destraben el proceso, algo que debería suceder en el ámbito político”, afirma Ghiotto.

¿A qué se refiere? A la forma de producción intensiva en esos países que no favorece al medio ambiente, ni a las poblaciones en los territorios que tienen que respirar agroquímicos. La trazabilidad de esos productos también ha sido muy cuestionada, así como, en el caso de Brasil, que esos cultivos se hagan en detrimento de selvas y medioambiente.

Por su parte, Martin Häusling, portavoz de agricultura de Los Verdes en el Parlamento Europeo, cuestiona incluso el sentido de la utilización de esos alimentos proteicos, que se destinan a la ganadería.

¿Todo para una producción que sobra?

«En Europa no tenemos carestía de alimentos. Quizá en algún momento tendremos carencia de piensos proteicos, pero por eso no va a morir ni una sola persona en Europa, tampoco un solo animal. Lo que logran esas importaciones masivas de soja y maíz es que el engorde sea más económico y más rápido. Pero los cerdos pueden quedarse dos semanas más en el corral y nuestra superproducción de carne bajaría del 120 al 110 por ciento; las vacas producirían 9.000 litros en vez de 10.000 litros de leche. ¿Dónde está el motivo para hablar de inseguridad alimentaria? Donde sí se sentirá la falta de la producción ucraniana será en el África, en Turquía y en los países árabes”, dice Häusling a DW.

Como fuere, la propuesta de buena parte de los países de la UE es flexibilizar o retardar las medidas que, desde la Política Agrícola Común (PAC) aportan a la estrategia Farm to Fork (De la Granja a la mesa) -que prevé reducción de pesticidas y fertilizantes, también en las importaciones. Asimismo regula que un 4 por ciento de la tierra agrícola quede en barbecho, una medida medioambiental.

La piedra en el zapato del lobby agropecuario

Aparte de importar de países terceros, países como España quieren que ese porcentaje que se destina a su recuperación, sea tierra cultivable destinada al trigo.

Häusling, especialista en agricultura y medio ambiente, afirma: «Son áreas no aptas para el cultivo de cereal. En el hipotético caso de que se usara para el cultivo de trigo -algo prácticamente imposible- la producción mundial crecería en un 0,4 por ciento, algo absolutamente irrelevante”. Por otro lado, ve posibilidades de acopio de trigo en el abandono de la producción de este cereal para el biocombustible, algo a lo que Alemania destina 500.000 hectáreas.

¿Se trata de Ucrania o de otra cosa?

En cualquier caso, aunque, por lo pronto, no peligra el Pacto Verde, la estrategia Farm to Fork, se prevé la derogación de «algunas obligaciones ecológicas”. Tanto Ghiotto como Häusling ven riesgos en ello.

Para la especialista argentina, el bypass que de facto harían con el controvertido acuerdo UE-Mercosur «para los ciudadanos europeos tampoco sería una buena noticia: consumirían productos genéticamente modificados y generados con agroquímicos que, está probado, tienen efectos cancerígenos”.

Para Häusling, la guerra en Ucrania está siendo utilizada por el lobby agrícola y ganadero europeo para liberarse de propuestas del Pacto Verde que les son una piedra en el zapato. Subrayando que la UE tiene compromisos internacionales que cumplir con el medio ambiente y la biodiversidad, Häusling afirma que el debate en Bruselas subirá de tono.

«Ucrania ha suministrado soja no manipulada genéticamente y esto no podría ser cubierto por Argentina y Brasil, un país que además no puede garantizar que esa producción no provenga de zonas con tala ilegal”, concluye Häusling.(ms)

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