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Latinoamericanos en Ucrania: «Queremos tenerlos en casa, sanos y salvos»

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Sobre la situación de los latinoamericanos atrapados por la invasión rusa a Ucrania o huyendo de ella, DW conversó con un refugiado colombiano y autoridades ecuatorianas.“No voy a dar entrevistas”, responde Daniel desde Kiev. “Los ánimos y los odios están muy caldeados y nosotros estamos atrapados en medio de todo esto”. Trata de concentrarse en proteger a su familia, explica. No obstante, “puedes usar mis escritos como mejor consideres», dice: “Mi intención es que la gente comprenda bien qué es una guerra. Que no hay nada de romántico ni glorioso en ello”.

Sus crónicas en Facebook, citadas por antiguos compañeros de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana, me llevaron hasta él. Entonces, hace 15 años, a Daniel Cantallops Dotsenko le decían “el ruso”. Pero Daniel es cubano, y ucraniano. Y lleva 12 días contando su vida, la de su esposa Tamara y su hija Amelia, desde la capital de un país en guerra.

Su madre, su abuela, su hermano y su familia ya se autoevacuaron al campo, aunque allí están más cerca de las tropas de invasión rusas. Pero Daniel sigue en Kiev, atento a los sonidos de la guerra que se acerca, a las treguas, a los suministros de mercados y farmacias cercanos, a posibles refugios. También a la gran cantidad de ancianos que, como él, no han podido o no han querido huir de la ciudad. Con las mochilas de evacuación listas, sin decidirse a emprender un camino incierto. Y no es el único. Medios cubanos han entrevistado a por lo menos otros tres: dos hombres más en Kiev y una mujer bajo las bombas en Sumy.

“No nos dejaban pasar”

Al contrario, al colombiano Ricardo Pérez —que residía hace medio año en Kiev con su novia, una estudiante ecuatoriana de Medicina— las primeras explosiones y la sirena antiaérea, en la madrugada del 24 de febrero, lo pusieron inmediatamente en marcha, junto a dos amigos ecuatorianos y uno chileno-peruano. “Vi a la gente correr con sus niños, subiendo maletas a los carros, saliendo disparada”, cuenta a DW, ya desde Polonia.

Al llegar a Leópolis (Lviv) los atemorizó la presencia de civiles armados: “No sabes si son ucranianos, rusos o prorrusos”. Luego, en el primer punto de control, “se corrió el rumor de que el Gobierno ucraniano estaba aprobando un proyecto de ley que permitía que los extranjeros ingresaran al Ejército”, dice. Así que, como colombiano, su temor a un reclutamiento forzoso para la llamada “Legión Internacional” hizo que dejara la interminable cola de autos en la que trataba de cruzar la frontera e intentar el cruce a pie, asegura: “Sin ropa, sin abrigo, nevando, sin comida”.

Sin embargo, “el Ejército ucraniano no nos dejaba pasar”, se queja, «ni a hombres, ni a mujeres extranjeras; ni a latinoamericanos, ni a africanos, ni a árabes, ni a indios»; ni en ese primer punto de control, ni luego en el paso fronterizo de Rava-Rusca a Hrebenne. Según relata a DW, tuvo que sobornar a autoridades en el primero. Y solo consiguió pasar el segundo, luego de que se generaran situaciones de desesperación y violencia entre extranjeros y autoridades ucranianas.

Ecuador ha entregado alrededor de 200 pasaportes de emergencia —para suplir documentos perdidos o a punto de vencer— y hubo inconvenientes con su aceptación en puntos de frontera, pese a haber recibido luz verde de las autoridades centrales en Kiev, reconoció el viceministro de Movilidad Humana de la cancillería ecuatoriana, Luis Vayas, en entrevista con DW.

Además, los hombres entre 18 y 60 años de edad son controlados “para verificar que no sean también ucranianos”, obligados por un decreto de emergencia a quedarse a defender el país, confirma Vayas, que coordina personalmente, en Polonia, la asistencia a sus connacionales en esta crisis. Y, efectivamente, las autoridades ecuatorianas constataron grandes dificultades y colas de días, con temperaturas bajo cero, en cruces fronterizos como el de Medyka, a lo que reaccionaron recomendando el uso de otros, como el de Krakovets, más al norte, dice.

Ecuador, “el país latinoamericano con mas ciudadanos en Ucrania”

Con al menos 870 nacionales registrados hasta el estallido de esta guerra, “Ecuador era el país latinoamericano con más ciudadanos en Ucrania”, el 85 por ciento de ellos, estudiantes, precisa el viceministro de la cancillería de eses país. En comparación, tiene noticia de alrededor de 500 ciudadanos brasileños y más de 200 colombianos en similar situación. Tres de cada diez latinoamericanos que se hallaban en Ucrania antes de la guerra eran ecuatorianos, ha estimado el canciller Juan Carlos Holguín, quien visitó este fin de semana a estudiantes ecuatorianos en Kursk, en la frontera rusa con Ucrania.

La mayoría ya ha salido. “Las cifras cambian minuto a minuto”, tanto en Ucrania como en los países fronterizos, explica Vayas. Poco más 500 evacuados de Ucrania ya retornaron a Ecuador. De ellos, 456 en dos vuelos humanitarios organizados por el Gobierno ecuatoriano desde Varsovia, en Polonia, con una escala en Budapest, Hungría.

“Gran cooperación entre los países latinoamericanos”

En estos vuelos, Ecuador transportó también a seis colombianos, precisa el funcionario ecuatoriano, y destaca la “gran cooperación entre los países latinoamericanos”. Gracias a ella, ocho ecuatorianos fueron igualmente transportados en un vuelo humanitario de México. Los diplomáticos ecuatorianos —sin embajada en Varsovia — han contado con una oficina en la embajada del Perú. Y Ecuador y Brasil coordinan sus próximos vuelos humanitarios, en los que se han ofrecido mutuamente asientos.

Desde la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Cancillería argentina impulsó la creación de una Red Ampliada de Consulados de América Latina y el Caribe, para ampliar la asistencia a nacionales de la región, con mecanismos de cooperación consular que incluyen a misiones de Ecuador, Perú, Paraguay y Cuba (aunque en la web y las redes sociales de esta última, por ejemplo, no se ofrece absolutamente ninguna información al respecto).

Tras la invasión rusa, Argentina dio cuenta de 83 connacionales residiendo en Ucrania y otros 20 en tránsito por ese territorio. La cancillería coordinó la pasada semana la salida de 80 ciudadanos argentinos y 14 familiares extranjeros. Y ya no quedan argentinos en tránsito en el país, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores en un comunicado oficial.

“A mí me sacó el consulado chileno, que ha brindado muchísima ayuda en la frontera”, dice Ricardo Pérez, que fue el primero de sus amigos en cruzar a Polonia y a quien el cónsul chileno recibió, transportó y facilitó alojamiento en persona. Aún del lado ucraniano, los llamó también el cónsul de Perú y se puso al habla con oficiales en la frontera, para intentar facilitarles la salida, reconoce el colombiano, profundamente agradecido. Ambos funcionarios habían sido contactados por su amigo peruano-chileno.

Su novia ya está en Ecuador. Y los más de cien latinos —ecuatorianos, colombianos, peruanos, chilenos—, con los que está en contacto en un grupo de Whatsapp, han salido también. La mayoría por Polonia, y algunos por Eslovaquia, Hungría y Rumania, confirma Pérez. Su plan inmediato, tras reunirse con los amigos con quienes salió de Kiev, es claro: “El consulado ecuatoriano ofreció un vuelo humanitario el viernes y vamos a tomarlo, si nos aceptan”.

La Cancillería colombiana ha publicado teléfonos y puntos de contacto, que dan cuenta también de una cooperación con Chile. Pero, “desafortunadamente, no he tenido respuesta del consulado de Colombia. Incluso los llamé desde Varsovia y no tienen ningún plan de acción ni ayuda a los ciudadanos que huyen”, más que tomar sus datos, asegura Pérez. Y señala que “algunos amigos lograron viajar a Latinoamérica gracias al consulado de Ecuador. Incluso el de Brasil dio la opción, si queríamos ir hasta Brasil”.

“Casos críticos”: en contacto y monitoreo permanente

Mientras tanto, 96 ecuatorianos, “con los que tenemos contacto telefónico o vía WhatsApp”, se hallan aún en Ucrania, detalla el viceministro de la cancillería ecuatoriana. De momento, solo 51 desean retornar. Hay un grupo pequeño que ha decidido quedarse; entre ellos, dos voluntarios ecuatorianos que continúan cooperando con las autoridades, desde Leópolis, para auxiliar a compatriotas en busca de refugio.

Además, hay hasta 11 “casos críticos” en Sumy y alrededor de Kiev, en contacto y monitoreo permanente, gracias a la cooperación con organizaciones internacionales como la Cruz Roja. Se trata de personas en epicentros de la guerra que recién han comenzado a ser evacuados, “que prenden el teléfono una sola vez al día para comunicarnos cómo están”, aclara Vayas, visiblemente conmocionado.

El funcionario ecuatoriano resalta también el “importante apoyo” recibido de Polonia y otros países europeos, frente al alto número de ecuatorianos sin visado Schengen para ingresar a la Unión Europea (UE), que recibieron permisos temporales de hasta 15 días.

Actualmente, con base junto al principal de los ocho pasos fronterizos entre Ucrania y Polonia, en la ciudad polaca de Medyka, Ecuador está prestando asistencia consular y humanitaria en diferentes puntos de Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania, desde donde atienden también a quienes salen por la frontera con Moldavia, explica.

“En casa, sanos y salvo”

Además, prestan asistencia, desde Moscú, a ciudadanos que se hallan más cerca de la frontera rusa con Ucrania, como los de Sumy. “Lo que queremos es que salgan y tenerlos de regreso en casa, sanos y salvo”, dice el viceministro Vayas, que ha esperado personalmente a sus connacionales en la frontera polaca, con transportes, albergue, comida y frazadas calientes. Y, en nombre de las autoridades ecuatorianas, pide a sus compatriotas y a otros latinoamericanos “utilizar los canales oficiales” de las autoridades ucranianas y latinoamericanas.

Para los próximos días, “esperamos que se concreten los corredores humanitarios; que podamos, con certeza y seguridad, sacar a los ecuatorianos que quieren salir. Que se respeten los acuerdos de cese al fuego, para que, ecuatorianos, ucranianos y otros extranjeros que desean salir de Ucrania puedan hacerlo sin riesgo para sus vidas”, concluye Vayas desde Varsovia.

Desde Kiev, sin embargo, en la piel de los ucranianos y latinoamericanos que han decidido o tenido que quedarse, el cubano-ucraniano Daniel Cantallops Dotsenko lanza, en su crónica del día 12 de esta guerra, otro reclamo, entre esperanzado y desesperado: “¡Paz, regresa a casa! Te lo pido.”

(cp)

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