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Iglesia católica: en El Salvador hay persecución religiosa «evidente»

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Rutilio Grande, Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus han sido declarados beatos, mientras la Iglesia parece volver a enfrentar presiones en el país centroamericano.El Salvador está de fiesta. Luego de la canonización de quien fuera arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, la nación más pequeña de Centroamérica ha vivido, este 22 de enero, el acto de beatificación de Rutilio Grande, Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus; dos sacerdotes y dos laicos asesinados por escuadrones de la muerte durante la guerra civil salvadoreña. Paralelamente, la relación entre el oficialismo y la Iglesia parece —a veces— tornarse más áspera.

El sacerdote jesuita Rutilio Grande es el más conocido de los cuatro beatos salvadoreños, dada su cercana relación con monseñor Romero, hoy San Romero de América. “Su trabajo de mayor impacto fue con los campesinos, en una zona de grandes propiedades cultivadas de caña de azúcar”, como párroco de Aguilares (a casi 40 kilómetros de la capital), explica a DW el cardenal Gregorio Rosa Chávez.

Grande “se dedicó a la evangelización, la concientización y la organización de la gente”, agrega el cardenal. Pero su tarea, insiste, “está inconclusa porque, como dice el Papa Francisco, nuestro mundo está dominado por el imperio del dinero que aplasta la dignidad de la persona humana. Rutilio soñó con país justo, fraterno y solidario, que está muy lejos de ser una realidad”.

Las muertes de los cuatro beatos

De acuerdo con la Carta Pastoral II del arzobispo de San Salvador José Luis Escobar, en una de sus homilías, Rutilio Grande denunció que “los campesinos no tienen tierra, ni pisto (dinero), ni derecho a organizarse para que se oiga su voz, defender sus derechos, privilegios y dignidad de hijos de Dios y de esta Patria”.

Grande fue asesinado junto a Manuel Solórzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 15. Los tres iban rumbo a una misa, pero “en el camino fueron emboscados y su carro ametrallado brutalmente como si se tratara de (el carro de) un malhechor”, detalla Escobar.

El sacerdote franciscano italiano Cosme Spessotto fue asesinado a 58 kilómetros de la capital. “Inmediatamente después de celebrar la Santa Misa, estaba orando en el Templo, cuando en ese momento entraron dos desconocidos con pelucas, sacaron sus armas y sin piedad y respeto por el lugar y la persona, le disparan al corazón”, continúa el relato de Escobar.

“Para entender ese drama humano hay que tener memoria. Y los mártires que serán beatificados nos refrescan la memoria. Rutilio es asesinado en marzo de 1977, cuando monseñor Romero tenía apenas tres meses de ser arzobispo. Aún no había estallado la guerra, pero vivíamos un ambiente prerrevolucionario. La represión era brutal y la Iglesia contaba muertos todas las semanas, al grado de que nuestro santo llegó a decir en una homilía dominical: ‘Parece que mi destino es ir recogiendo cadáveres’”, rememora el cardenal Rosa Chávez.

“Fray Cosme Spessotto es asesinado frente al altar de su humilde parroquia, en San Juan Nonualco, en junio de 1980, el mismo año en que agentes del Estado —¡parece increíble en un país profundamente cristiano!— arrebatan la vida de monseñor Romero y de cuatro mujeres estadounidenses, tres religiosas y una misionera seglar”, enumera el religioso salvadoreño y critica: “no se puede tirar al basurero tanto dolor y sufrimiento humano”.

¿Cuánto ha cambiado El Salvador?

Décadas después de estos asesinatos, el sacerdote jesuita y director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA), José María Tojeira, recuerda a DW que, “cuando estas personas fueron asesinadas, había un régimen autoritario militar que no tenía problema a la hora de robar elecciones o asesinar personas críticas. Al contrario, lo hacía sistemáticamente”.

“El régimen actual es autoritario, pero fruto de unas elecciones legítimas y no ha llegado a la brutalidad del régimen militar. El control de las instituciones le facilita otro tipo de hostigamiento, que va desde la impunidad de una propaganda agresiva contra personalidades críticas, hasta la manipulación de las instituciones para manejar las leyes al propio antojo, con frecuencia en contradicción con tratados internacionales de derechos humanos ratificados por El Salvador”, compara, salvando las distancias.

“Se dice que el periodista es ‘el historiador del instante’. Y lo que estos ‘historiadores’ nos cuentan difiere mucho de la ‘historia oficial’. Las marchas de protesta ayudan a entender lo que está pasando y lo que necesitamos conquistar”, añade Rosa Chávez, sobre el contexto en que ocurre la beatificación de estos cuatro religiosos en El Salvador.

Por otra parte, y ante denuncias de persecución religiosa hechas por la Iglesia evangélica, el cardenal Rosa Chávez afirma que, “en el régimen actual, hay una política de identificar enemigos. Después de identificarlos, toda una avalancha de ataques, sobre todo en las redes sociales, se lanza sin compasión contra ellos. Y esto vale también cuando el ‘enemigo’ es un representante de las Iglesias. La persecución es un hecho evidente. Basta asomarse a las redes sociales para comprobarlo”.

En mismo sentido, el misionero de San Carlos Scalabrinianos, Mauro Verzeletti, dice a DW que “el actual Gobierno se caracteriza por perseguir a aquellos que denuncian las atrocidades de su gobierno. Cuando se viola la democracia desde la institucionalidad del Estado, se impide el dialogo con todos los sectores sociales. Nayib Bukele quiere controlar todos los sectores sociales para beneficios propios”.

“No existe una confrontación pública con nosotros”, pero…

El sacerdote Tojeira, director del IDHUCA, coincide: “En un régimen populista y autoritario como el actual, se persigue la crítica. Se ataca y se persigue a quienes hacen alguna crítica. El caso de los insultos y mentiras orquestadas desde el partido (oficialista) Nuevas Ideas contra el cardenal Rosa Chávez o contra la UCA (Universidad Centroamericana) son muestra de esa intolerancia”, ilustra.

“Los obispos nos hemos reunido solo una vez con el presidente y fue una reunión de cortesía en la Casa Presidencial. Hay contactos con otros organismos del Estado, sobre todo para cosas prácticas, como el apoyo a la campaña contra el COVID-19. No hay una política de diálogo con nosotros, lo cual era lo normal en los Gobiernos anteriores”, lamenta el cardenal Rosa Chávez. Sin embargo, aclara, “debemos decir que no existe una confrontación pública con nosotros”.

Así las cosas, este 22 de enero, la Arquidiócesis de San Salvador celebró la beatificación de Rutilio Grande, Cosme Spessotto, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus con la presencia de congresistas del oficialismo, del alcalde capitalino y de funcionarios del Ejecutivo, pero sin la participación del presidente Nayib Bukele. (rml)

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