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Gabriel Boric: un nuevo liderazgo que entusiasma a Chile

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La elección de Gabriel Boric trae juventud, un nuevo estilo y la promesa de reformas sociales a la sociedad chilena, en la que persisten ecos de la dictadura. Analistas revisan para DW las claves de la elección.Hasta hace solo unos meses el triunfo de Gabriel Boric parecía improbable. En una carrera contra el tiempo reunió las firmas para inscribir su candidatura por el izquierdista Frente Amplio, venció en primarias a la figura del Partido Comunista y se convirtió en el candidato del pacto Apruebo Dignidad. Superó a representantes de partidos tradicionales en primera vuelta y resultó electo en el balotaje.

«Triunfó el candidato demócrata, que propone que Chile cambie su modelo económico y avance hacia un estado más justo, de mayor seguridad social y menor desigualdad”, indica Simone Reperger, representante de la Fundación Friedrich Ebert (FES, de tendencia socialdemócrata) en Chile.

El diputado de la región de Magallanes, de 35 años y egresado de derecho se convertirá en el presidente en ejercicio más joven de América Latina y de la historia de Chile. Además de traer un recambio generacional, está desplazando a los partidos del centro político. «Es el candidato electo con más votos en la historia de Chile y una confirmación a la demanda de transformaciones. Por primera vez no va a gobernar uno de los grandes bloques tradicionales post dictadura en Chile”, señala Reperger.

La segunda vuelta registró la mayor participación (55,6% de 15 millones de electores) desde que el voto es voluntario. Y por primera vez desde el retorno a la democracia ganó en el balotaje quien había sido segundo en primera vuelta: 55,9% de los votos contra el 44,1% del ultraconsevador José Antonio Kast.

El resultado es casi idéntico al del histórico plebiscito de 1988, que marcó el fin de la dictadura. «Fue muy simbólico y demuestra que la sociedad sigue dividida en dos bloques, a favor y en contra de cambios”, apunta Reperger.

En opinión del Dr. Olaf Kaltmeier, profesor de Historia de América Latina de la Universidad de Bielefeld, «todavía hay muchos enclaves y una continuidad estructural del régimen autoritario de la dictadura en Chile, que tiene que ver con la Constitución del 1980 y el modelo neoliberal. Ahora no solo se votó por un nuevo presidente, sino por profundizar el proceso democrático. Este resultado da garantía a la elaboración de la nueva Constitución”.

«La polarización de la sociedad se mantiene. El resultado de las elecciones lo pone de manifiesto. Sin embargo, tanto las palabras de Gabriel Boric anoche como la visita de José Antonio Kast a la sede de campaña de Boric, son señales alentadoras. Kast deseó lo mejor al presidente electo, Boric prometió el diálogo de su gobierno con los ciudadanos y los actores políticos. Ambos dan esperanzas de que Chile siga siendo un ancla de estabilidad y vuelva a ser un país modelo de transformación democrática”, dice Andreas Klein, representante de la Fundación Konrad Adenauer (KAS, cercana a la Unión Cristianodemócrata alemana) en Chile.

Ultraderecha y polarización

«La mayoría de los chilenos votó por un líder que defiende el cambio social, que promueve sus ideas con pasión y a veces con enfoques poco convencionales. Ha trasladado su pasión al pueblo y lo ha llevado a las urnas. Ganó con una convincente mayoría y recibió así un sólido mandato”, destaca Klein.

Pero, a pesar de la derrota en las urnas, la votación obtenida por Kast, defensor de la dictadura de Pinochet, plantea interrogantes. «Sus propuestas antidemocráticas contra la migración, la homosexualidad, la igualdad de mujeres y el que hasta hoy defienda la dictadura y su Constitución nos deberían preocupar. La sociedad chilena y su sistema político son muy polarizados. Y Kast representa un sector que tiene miedo al cambio, que se benefició mucho con el modelo de Pinochet y quieren defender sus privilegios”, subraya Reperger.

«Vemos con mucha preocupación que una parte importante de la sociedad chilena, más de un 40%, está en favor de un candidato de extrema derecha y de elementos muy autoritarios, lo que muestra qué frágil es el proceso de democratización todavía”, dice Kaltmeier, quien es director del Centro de Estudios Latinoamericanos Avanzados Maria Sibylla Merian (CALAS). El surgimiento de la ultraderecha se inserta en un fenómeno de polarización más global: «Algunos investigadores lo hemos caracterizado como un proceso de refeudalización”, agrega.

Klein, en tanto, observa que «Boric obtuvo un sólido mandato, pero fue apoyado por un Partido Comunista chileno que a veces carece de distancia crítica con los regímenes totalitarios de izquierda de Nicaragua, Venezuela y Cuba. Es importante defenderse en Chile de la extrema derecha, y también no dejar que la extrema izquierda dicte su programa de gobierno”.

El nuevo gobierno deberá atender demandas y moderar promesas en la medida que logra alianzas. «El electorado chileno está enviando una clara señal a la élite política de que quiere un cambio. Al mismo tiempo, los resultados de las elecciones parlamentarias, que han provocado un empate de facto en el Cámara de Diputados y el Senado, llaman al diálogo entre las fuerzas políticas del país”, agrega el representante de KAS.

Expectativas de cambio

Diálogo y cooperación es algo que Boric conoce, pues se enfrentó incluso a las críticas de su sector para firmar en 2019 el amplio acuerdo político que permitió una salida al estallido social y condujo al plebiscito para redactar una nueva Constitución. «Tiene el talento y la competencia para hacer política de alianzas y está abierto al diálogo con los movimientos sociales y los partidos más conservadores”, agrega Reperger.

El mandatario electo deberá escuchar tanto a los sectores más progresistas como centristas que apoyaron su elección y «negociar con mano muy fina para dar sustento al cambio político en Chile”, apunta Kaltmeier, quien observa ciertas coincidencias entre el presidente electo y la nueva ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock: «Ambos vienen de sectores que no pertenecen a la elite tradicional. Es una nueva generación con la expectativa de negociar con los movimientos sociales”.

Las promesas de Boric se verán probablemente moderadas durante las negociaciones y su gobierno podría marcar una transición a una nueva institucionalidad, junto con la implementación de la nueva Constitución. En marzo recibirá la banda presidencial de manos de Sebastián Piñera, el mismo mandatario contra quien protestó en 2011 como dirigente estudiantil, en demanda de una educación gratuita y de calidad, cuando nadie pensaba que llegaría a sucederlo en La Moneda.

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