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Como una estrella de rock, en inglés y ante un público extranjero interesado en criptomonedas, el presidente Bukele anunció la creación de una Ciudad Bitcoin, que suscita tantas expectativas como críticas. Un análisis.»El público celebró el anuncio, pero creo que no de forma tan entusiasta como se hubiera esperado Bukele», relata a DW Veronika Kütt, experta alemana en bitcoin y ciudades privadas libres, presente cuando el presidente de El Salvador lanzó el proyecto de crear una Ciudad Bitcoin.
El anuncio de Nayib Bukele tuvo lugar el 20 de noviembre de 2021 en el marco de la «Bitcoin Week», una semana que reunió en El Salvador a cientos de extranjeros con intereses en la criptomoneda.
La galáctica presentación presidencial puede verse en YouTube. El público se encuentra en mitad de una fiesta cuando, de repente, una gran pantalla muestra un volcán en erupción, cuya cumbre escupe un enorme bitcoin.
Después aparece un avatar de Bukele, una nave volando por el espacio llegando a la Tierra y la inscripción «EL PRESIDENTE», así en mayúsculas, mientras varios cañones lanzan humo sobre el escenario y resuenan fuegos artificiales y acordes de rock.
Hombres armados y vips
En ese momento, entra en acción el Bukele de carne y hueso para anunciar en inglés la creación de una Ciudad Bitcoin en Conchagua, donde se encuentra un volcán con el mismo nombre, que le dará energía a través de una planta geotérmica. Tendrá aeropuerto, zonas residenciales y comerciales, y una plaza con el símbolo del bitcoin en el centro.
«Percibí un escepticismo fuerte, todo me pareció algo raro. El pueblo estaba sellado militarmente, con personas fuertemente armadas que iban por la playa. Por otro lado, nosotros estábamos arriba como vips, junto a la élite de El Salvador», prosigue su relato Veronika Kütt.
«Una medida desesperada»
«Si le quitamos el show, lo que Bukele ha anunciado es una medida desesperada», dice a DW, por su parte, Ricardo Castaneda. Para este economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, la actual coyuntura económica de El Salvador, cuyo perfil de riesgo se ha incrementado exorbitantemente en los últimos meses, sin que logre colocar bonos en el mercado internacional, ha empujado a Bukele a probar la posibilidad de financiamiento con los denominados «bonos volcán», por valor de mil millones de dólares, para financiar la Ciudad Bitcoin.
«Tomando en cuenta únicamente los elementos financieros, nadie compraría esos bonos, que tendrían una tasa interés del 6,5 por ciento», apunta Castaneda. Ahí es donde entraría en juego el anuncio de la Ciudad Bitcoin, para que quienes compren esos instrumentos de deuda sean los llamados bitcoiners, quienes, «lejos de prestar atención a los aspectos financieros tradicionales, se enamoren de la idea de tener una ciudad propia, que además pueda en algún momento hacer que suba el precio del bitcoin», explica el economista.
«Una propuesta audaz»
A la experta en bitcoin Veronika Kütt le seduce la idea, en efecto, porque ofrece a los salvadoreños la esperanza de una vida mejor y de que El Salvador «no solo sea conocido por su índice de asesinatos, sino como un país de apertura y renovación».
Para Leo Elduayen, cofundador y CEO de la plataforma de tokenización financiera Koibanx y vicepresidente de la ONG Bitcoin Argentina y Latinoamérica, la «audaz» propuesta de Bukele podría convertir a El Salvador, mediante el aparato técnico-jurídico y la liquidez con la que hoy cuentan varios crypto exchanges (o plataformas de intercambio de cifrado), en «uno de los centros financieros más relevantes de la región y, por qué no, del mundo», dice a DW.
«Paraíso fiscal» o «Wall Street del siglo XXI»
Ricardo Castaneda no es tan optimista: «Básicamente, la Ciudad Bitcoin sería un paraíso fiscal, una zona económica especial con incentivos fiscales ad eternum a empresas e inversionistas».
Esto no tiene por qué ser necesariamente negativo, matiza, por su parte, en intercambio con DW, Guillermo Torrealba, CEO de Buda.com, presentado como el mayor mercado de criptomonedas en Sudamérica: «La Ciudad Bitcoin no tendrá algunos impuestos, pero tendrá muchos otros. Lo que hace Bukele lo hicieron países como Irlanda hace cien años: atraer capitales a cambio de una menor imposición tributaria. Y, en algunos casos, tuvo extraordinarios resultados».
Bukele no es el único que ha redoblado su apuesta por atraer al ecosistema cripto. Lo están haciendo también Miami y varias ciudades de Texas, en Estados Unidos. El presidente busca convertir a su país y, en particular, a la planeada Ciudad Bitcoin, «en el epicentro de una revolución, el hub por donde pasará una buena parte del flujo de capitales» generado durante la transición desde los estándares actuales hacia el bitcoin: «Una suerte de Wall Street del siglo XXI», resume Torrealba.
¿Para el bienestar de los salvadoreños?
Según el Banco Mundial, El Salvador tiene una de las mayores proporciones de población vulnerable de la región, con un 48 por ciento. Cuenta además con elevadas tasas de criminalidad y violencia, lo que, junto a la pobreza, conduce a la emigración de numerosos ciudadanos. ¿Qué efectos tendría la Ciudad Bitcoin en el bienestar de los salvadoreños?
«Las políticas de atracción fiscal y de inversión suelen repercutir positivamente en la generación de empleo y en la actividad económica en el país. No me sorprendería ver empresas de la industria considerar montar operaciones o establecer sus sedes en El Salvador», asegura Leo Elduayen, de Koibanx. A lo que Veronika Kütt agrega la visión de que el dinero «se invertirá en el propio país y se crearán infraestructuras».
Pero esa ecuación a favor de los ciudadanos de El Salvador no es tan evidente, opina el economista Ricardo Castaneda y señala: «Los inversionistas también se preocupan por temas como el respeto del Estado de derecho, la separación de poderes, la educación y la infraestructura, cuestiones en las que realmente no se está invirtiendo».
(rml)