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Ni la oposición logró ganar espacios en el tablero de gobernabilidad, ni el oficialismo logró legitimar la confianza en su sistema de gobierno.En las recientes elecciones regionales venezolanas, el Chavismo ganó 19 de 23 gobernaciones, la oposición ganó 3 y el estado de Barinas, que ahora está disputa. Aunque a simple vista la victoria fue del oficialismo, los números demuestran el desgaste en el apoyo al Gran Polo Patriótico, la coalición de partidos que respaldan a Nicolás Maduro. Con un 45,66% de la votación, el oficialismo contó con la menor cantidad de votos en 20 años. Ahora, la disputa por la gobernación del estado Barinas, cuna de Hugo Chávez, le da argumentos a la oposición para denunciar la falta de Estado de derecho e independencia de instituciones en Venezuela.
Para Nicolás Maduro, las elecciones regionales y municipales pondrían fin a los conflictos políticos e internacionales que se han intensificado en los últimos años. Tras los acuerdos de la mesa de negociación en México la oposición aceptó participar, después de 3 años de boicot al sistema electoral. Un renovado Consejo Nacional Electoral, con rectores aprobados por la oposición, recuperó parcialmente la confianza de los políticos en el sistema, más no la del electorado. No cabe duda que las fracturas partidistas de la oposición abrieron el camino para que el oficialismo ganara la mayoría de gobernaciones y alcaldías, pero hay más detrás de esa victoria que aviva el conflicto político y pone en riesgo el dialogo en México.
Por primera vez en 15 años, 300 observadores internacionales de la ONU, la UE y el Centro Carter evaluaron los comicios desde el comienzo de las campañas electorales en todo el territorio nacional. Aunque la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE) reconoció mejoras en las condiciones electorales, en un informe preliminar denunció irregularidades.
Barinas, la joya de la corona
Entre las irregularidades que la MOE-UE destacó en el informe preliminar están el uso de recursos públicos para la campaña, puntos de control partidista en centros de votación e inhabilitaciones arbitrarias de candidatos. La inhabilitación más insólita ha sido la del candidato opositor a la gobernación de Barinas, Freddy Superlano. Una semana después de las elecciones, la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia suspendió el proceso de totalización, adjudicación y proclamación al ver que Superlano obtuvo más votos que el candidato a la reeleción Argenis Chávez, hermano de Hugo Chávez.La sentencia del TSJ reactivó la inhabilitación a Superlano (impuesta en 2019), quien había sido habilitado a participar en los comicios tras los acuerdos logrados en México.
Barinas ha sido gobernada por familiares del expresidente Chávez desde 1998. El actual gobernador, Argenis Chávez, informó en rueda de prensa que se retira del cargo y que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) sería el encargado de escoger el candidato para unas nuevas elecciones tras las sentencias del TSJ. En conversación con DW, el politólogo y abogado constitucional Juan Manuel Rafalli explicó que » todo esto se produce con una sentencia de carácter cautelar, sin que haya debido proceso, sin derecho a la defensa; y de una manera casi instantánea, en poco tiempo se decide convocar a una nueva elección pero dejando inhabilitado nuevamente al candidato ganador.»
Freddy Superlano expresó en rueda de prensa que lo ocurrido es un «reconocimiento de que el Chavismo fue derrotado en Barinas después de 22 años y a pesar de que soy el gobernador electo de Barinas acudiremos al formalismo legal para defender la voluntad de todos los que votaron por mí, pero entendiendo que no hay un Estado de derecho que haga justicia». Por su parte, Argenis Chávez excusó la abstención atribuyéndola a los problemas que vive el país y dijo que «hay que motivar profundamente a las personas que inscritas en el PSUV no acudieron a votar por una u otra razón”.
Para Rafalli, está «claro que estas decisiones no tienen un basamento jurídico, ni político, ni racional; son decisiones que responden a intereses políticos, que se valen de una forma de institucionalidad pero que terminan por defraudar el contenido de la constitución y el Estado de derecho». También ponen en riesgo la negociación en México, ya que el gobierno incumple el acuerdo establecido de habilitar a Freddy Superlano como candidato para que la oposición aceptara participar en las elecciones regionales.
Retroceso en los acuerdos
Rehabilitar candidatos inhabilitados fue uno de los acuerdos obtenidos en México que se rompe tras lo visto en Barinas. Otro acuerdo fue aceptar la observación internacional. La internacionalista Mirna Yonis dijo a DW que el informe preliminar de la MOE-UE fue «claro y contundente, con una declaración de la jefa de la misión de observación electoral que definitivamente no deja bien parado al gobierno de Maduro, quien dirá que bajo esos términos no tiene que ir a negociar a México». Las declaraciones recientes del mandatario venezolano dejan en evidencia su rechazo a las críticas expuestas por los observadores, a quienes ha tildado de»enemigos» y «espías».
Para varios analistas, la actitud del oficialismo es cuestionable después de una victoria electoral que evidencia las fracturas de una oposición debilitada. Sin embargo, también demuestra el temor que hay dentro del chavismo al ver en las cifras un desgaste y una falta de popularidad. Retroceder en los acuerdos logrados en México elimina una posibilidad de que Maduro se congracie con la comunidad internacional. Entre los aliados internacionales del chavismo tampoco hay certezas. Para Yonis, el apoyo a Venezuela va acompañado de un discurso ideológico contra Estados Unidos y eso «no significa que se están rasgando las vestiduras por la situación venezolana ni por el gobierno de Maduro, sino que tienen que tener algunas certidumbres de que esa alianza les brinde garantías y beneficios, y no más dolores de cabeza de los que tienen».
Con una mínima participación histórica de 42.2%, estas elecciones regionales también demostraron un desgaste en toda la población venezolana. Ni la oposición logró ganar espacios en el tablero de gobernabilidad, ni el oficialismo logró legitimar la confianza en su sistema de gobierno. El reto para la oposición ahora está en buscar la unidad que tanto le cuesta mientras que el gobierno busca cómo recuperar las bases que ha perdido en medio de la crisis.