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Prensa en alemán: Cuba y el flagelo de la inflación

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La galopante inflación en Cuba es tematizada en la prensa germanoparlante, así como la conversión de la empresa nicaragüense Albanisa, antes estatal, en una empresa familiar por el clan Ortega-Murillo.La catástrofe inflacionaria de Cuba

El periódico alemán Die tageszeitung (taz), de Berlín, analiza las medidas económicas en Cuba, sus errores y consecuencias:

«Una botella de aceite de cocina costaba hasta 80 pesos cubanos antes de la reforma monetaria del 1° de enero de 2021. Unos 10 meses después, el mismo producto puede costar 350 pesos cubanos, si es que se consigue. ‘En Cuba escasea casi todo, los alimentos básicos, los productos de limpieza y cosméticos, incluso los medios de producción’, afirma Omar Everleny Pérez, exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana, quien considera ‘arriesgado’ emprender una reforma monetaria en medio de la pandemia y sin medidas de acompañamiento.

Los precios en el sector minorista estatal han subido alrededor de un 60% desde el inicio de la reforma monetaria, asegura el jefe de la comisión. Era previsible. ‘El dinero que circula no se corresponde con la oferta, porque en la isla se produce muy poco’, dice el docente en finanzas, Pavel Vidal, de la Universidad de Cali.

Ya antes de la crisis de liquidez del Estado, Cuba apenas disponía de divisas. Eso hace que no se pueda atender el tipo de cambio oficial de 24 pesos por dólar, por lo que los bancos no pueden emitir moneda extranjera. Esto ha hecho que el mercado informal de divisas crezca, y en él hay que pagar 68 pesos cubanos por un dólar estadounidense.

Esto es una catástrofe para los sectores de la población que no tienen familia en el extranjero. Una y otra vez, los productos de uso cotidiano sólo están disponibles en los supermercados de divisas del gobierno, a cambio de moneda fuerte. Estas tiendas se abastecen de forma prioritaria, como admitió el consejero de Economía, Alejandro Gil. Tiendas que se utilizarían para recaudar divisas, que el gobierno necesita desesperadamente.

Un rayo de esperanza para las crónicamente apretadas arcas de La Habana es la reapertura del turismo en la isla, el 15 de noviembre. Aunque es aún más importante reactivar la agricultura y el pequeño comercio. Pero las reformas necesarias no se pusieron en marcha sino hasta el verano, con seis meses de retraso”.

Daniel Ortega, «borracho de poder”

El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, deFráncfort del Meno, recapitula la metamorfosis de Daniel Ortega, de guerrillero a dictador, y destaca que el sandinista ha construido un clan en el que abunda la riqueza:

«El 8 de noviembre, Daniel Ortega no parecía lleno de alegría, sino borracho de poder, después de haber ganado las ‘elecciones’. Los más perjudicados son sus opositores en su propio país, a los que Ortega acusa de haber planeado un golpe de Estado contra él. ‘Los que están presos no son nicaragüenses, no tienen patria’, sentenció Ortega.

Es imposible imaginar el dolor que tal acusación puede causar a los presos políticos. Entre ellos se encuentran varios de sus antiguos compañeros de lucha guerrillera contra la dictadura de Somoza. Muchos comparan hoy a Ortega con el dictador Anastasio Somoza, contra el que combatieron juntos en los años 70. Desde su regreso al poder, en 2007, Ortega se ha ido pareciendo cada vez más a él.

Detrás de la fachada de una política populista, financiada en gran medida por los regalos del petróleo venezolano, Ortega ha construido una dinastía familiar. Una de las bases del poder -y de la riqueza- es una empresa estatal llamada Albanisa. En realidad, la empresa sirve para importar y comercializar el petróleo venezolano, que Nicaragua solía recibir en abundancia y en condiciones preferentes. Pero a lo largo de los años, Albanisa se ha convertido en una empresa familiar de los Ortega, controlada por los confidentes del presidente y sus hijos, y que no rinde cuentas. Con los miles de millones del petróleo, se construyó todo un imperio empresarial, desde granjas de seda hasta una aerolínea y hoteles de lujo”.

Para asegurar el poder de su familia, Ortega nombró a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta. En caso de que Ortega no pueda seguir ocupando el cargo, todo quedaría en manos del clan. Algunos describen a Murillo como una especie de Rasputín del presidente, y más obsesionada por el poder que el propio presidente nicaragüense. El poder y el control del Estado se han convertido en una cuestión de vida o muerte para el clan Ortega-Murillo. Con la farsa electoral del 7 de noviembre se despejaron las últimas dudas.

Lo único que les queda a las fuerzas democráticas de la comunidad internacional es utilizar ‘todos los medios diplomáticos y económicos’ para aumentar la presión sobre Ortega y evitar que este ejemplo siente un precedente en la región. Una mirada a Venezuela muestra lo largo que puede ser el aliento de los regímenes autoritarios gracias a la ayuda de las grandes potencias ‘antiimperialistas’.»

(cp)

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