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Las elecciones en Nicaragua no serán creíbles. La UE lo tiene claro. ¿Qué hará? ¿Apretar las tuercas de las sanciones, mover palancas en acuerdos comerciales, apostar al diálogo? En Bruselas, DW recogió opiniones.Ni creíbles, ni justas serán las elecciones del domingo en Nicaragua: entre los Gobiernos de la Unión Europea (UE), ese es el consenso. Así lo afirmó esta semana el portavoz de Exteriores de la Comisión Europea.
Con los oponentes en prisión, la victoria en las urnas de Daniel Ortega y su vicepresidenta Rosario Murillo, en realidad, está cantada. Por eso, los resultados se catalogan desde ya como falseados. Y el procedimiento entero, como una farsa.
De similar manera lo denominan diversos grupos de todo el espectro político de la Eurocámara. Según un comunicado del bloque de socialistas y demócratas —el segundo mayor del Parlamento Europeo—, estas elecciones generales se celebran «con el único objetivo de consolidar aún más la dictadura de Daniel Ortega».
Desde la sociedad civil
¿Una farsa? «Sí», responde a DW Ramón Jáuregui, presidente de la Fundación EuroAmérica, que cuida, al más alto nivel, las relaciones entre la UE y América Latina. «No se pueden calificar de otra manera, cuando está manipulado hasta el propio cómputo electoral, puesto que no hay observación electoral», puntualiza Jáuregui, exeurodiputado y expresidente de la Asamblea EuroLatinoamericana (Eurolat).
Con vistas al domingo 7 de noviembre, Jáuregui apunta: «lo que importa ahora es que el propio pueblo nicaragüense de una lección democrática no participando en las elecciones, como una primera señal que no depende del exterior sino de ellos mismos». Una alta abstención electoral sería una ficha importante en el tablero de la presión internacional.
«Las elecciones del domingo serán una farsa, sí, es el término es correcto», dice también a DW un líder opositor nicaragüense exiliado en Bruselas, que prefiere no ser identificado. «Para que la gente vaya a votar, ejercen intimidación en el sector público, también en los beneficiarios de proyectos del Estado», comenta citando las últimas estadísticas de Gallup.
Según las estadísticas, el 78 por ciento de la población nicaragüense considera ilegítimas estas elecciones y el 65 por ciento votaría por cualquier candidato que no fuese del régimen Ortega-Murillo. En este contexto, Jáuregui comenta: «sí, yo creo que el eslogan de que no hay por quién y que no hay razones para votar me parece totalmente apropiado».
En cualquier caso, Bruselas anuncia que será después de la «falsa» jornada electoral cuando los 27 miembros de la UE decidan qué hacer con respecto a Nicaragua. Según fuentes oficiales, todas las opciones están sobre la mesa.
Pero, aparte de que las cancillerías del mundo no reconozcan los resultados, ¿existen, de verdad, mecanismos de presión que lleven a un cambio? Cabe recordar que, desde octubre del 2019, el Consejo de la UE acordara sanciones a Nicaragua, la lista de sus destinatarios se ha ido ampliando. Los últimos nombres que se han agregado llegan directamente a la familia presidencial.
«Aunque la UE no tiene la varita mágica para solucionar el problema sin afectar al pueblo nicaragüense, Europa intensificará las sanciones individuales como el impedimento de ingreso al territorio europeo y la congelación de bienes», acota Jáuregui. ¿Es todo lo que se puede hacer? Hasta el momento, ha dado poco resultado.
Acuerdo de Asociación, palanca de presión
Es fundamental recordar que Nicaragua es miembro del Acuerdo de Asociación (ADA), que une a América Central con la UE desde el 2012, y que integra una cláusula democrática que permitiría suspenderlo en caso de incumplimiento democrático. No obstante, aunque el acuerdo vigente sigue ostentando el ambicioso título, en la práctica solo actúa en la parte comercial; la parte que contempla las libertades civiles y democráticas sigue pendiente de ser aprobada por un último de los 27 parlamentos nacionales del club europeo.
Justamente en ese punto, el líder opositor consultado por DW observa la siguiente posiblidad: «Si hay voluntad política, ese acuerdo se ratifica pronto. Su entrada en vigor y la amenaza de su suspensión sería una medida de gran presión para el régimen de Ortega. La suspensión de ciertos rubros, sería otra opción».
Por el contrario, Jáuregui opina: «Una sanción que suspenda los acuerdos económicos con Nicaragua tiene enorme repercusión social y económica en la gente, pues pagan justos por pecadores. Hay que entender que la acción internacional tiene un límite y que, en estos procesos de dictaduras que se consolidan internamente; tiene que haber presión para que haya un proceso negociador que recupere la libertad y normalidad democrática. En eso está trabajando la UE».
En ese sentido, según fuentes informadas, hay ya una pieza en movimiento en el ajedrez internacional: una instancia de diálogo y presión conjunta de europeos, países vecinos y Estados Unidos estaría ya en el horizonte próximo a la controvertida jornada electoral nicaragüense.
(rml)