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Los militares: poder de facto en América Latina

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Ante el colapso del Estado y la debilidad institucional en buena parte de América Latina, los gobiernos no pueden gobernar sin las FF.AA.; los generales son los garantes de la continuidad, sostiene un politólogo alemán.»El colapso del Estado, la incapacidad de gobiernos en México, Colombia, Brasil, Perú o Ecuador para controlar su territorio y para otorgar un mínimo de seguridad a sus ciudadanos, que no saben si en medio de un corredor de tráfico de drogas pueden salir o no a la calle, representa una pérdida del Estado de Derecho. Viven en ‘no go áreas’ donde ni la policía se atreve a entrar”, afirma el politólogo Wolf Grabendorff durante una charla en el Instituto Iberoamericano de Berlín.Allí expuso la dependencia creciente de los gobiernos de la región de las fuerzas armadas, que lo mismo asumen tareas de investigación criminal y servicios secretos, que labores de infraestructura, distribución de medicamentos, e incluso han sido desplegadas en las campañas de vacunación para detener la pandemia de coronavirus.

El ex representante en Colombia y en Ecuador de la fundación Friedrich Ebert (FES), cercana al partido socialdemócrata alemán (SPD), presentó un análisis sobre el papel de los militares y las relaciones con la sociedad civil en América Latina, un tomo de más de 500 páginas del que es editor. Una veintena de analistas abordan en trece apartados el protagonismo de los militares en la región en la última década, incluyendo su participación en tiempos de pandemia. Esta agudizó los problemas sociales, económicos y políticos, y, una vez más, el Ejército suplió las deficiencias institucionales.

Sociedades en conflicto

La ponencia de Grabendorff agotó las entradas en el Instituto Iberoamericano, que celebró su segundo evento presencial bajo medidas sanitarias y distancia entre los asistentes. Su análisis fue demoledor. El experto comenzó explicando a un público alemán la enorme diversidad en la región, que hace imposible comparar a Chile con Haití. Pero sí apuntó hacia las élites establecidas, que a su juicio tienen en común que harán cualquier cosa, hasta un golpe de Estado, para no perder su posición privilegiada que en algunos países data de hace unos 200 años.

El académico destacó que la desigualdad aumenta en la región, que se ha convertido en un continente de migrantes, en donde los países son incapaces de recibirlos y menos de integrarlos. Y recordó que la región en donde vive un 9% de la población mundial genera un 36% de los asesinatos a nivel global. «En México, un 60% de la financiación de la campaña electoral fue realizada por el crimen organizado”, dijo, Y acuñó el término «Krimilegalität” (legalidad criminal) para describir un problema estructural que no se puede cambiar en toda la región, ni con una intervención estadounidense, ni con una misión de Naciones Unidas, para, por ejemplo, propiciar un cambio en Venezuela.

«Cuando hay una crisis se llama a los militares, que junto con la iglesia, es la institución que goza de mayor popularidad entre la población porque son vistos como apartidistas, en un continente en el que los gobiernos no pueden garantizar ni la alimentación”. Como ejemplo citó a Argentina: en el otrora granero del mundo, un 42% de la población es pobre y vive con 1,15 dólares al día. Los militares organizan unas 7.000 ollas populares.

Creciente protagonismo de las Fuerzas Armadas

Las actividades que han asumido los soldados en los últimos tiempos abarcan desde represión de las protestas sociales, el control de fronteras y de migraciones, protección de recursos como el agua, control de daños ambientales, de tráfico aéreo, de prisiones, instalaciones de salud, protección personal, servicio secreto, producción de armas, capacitación y apoyo a la Policía, cartografía, aduanas, construcción de infraestructura, administración de hoteles y hospitales, distribución de alimentos y muchas más, aunque estas tareas varían de país a país.

Grabendorff recordó que las fuerzas armadas son una de las pocas instituciones en la región en la que es posible un ascenso social desde sus filas. «Un banquero en América Latina no proviene de una familia de escasos recursos, pero un general sí”.

Previamente, en entrevista con DW, Grabendorff destacó que las causas del creciente protagonismo de los militares radican en la debilidad de las instituciones civiles. «Es la única institución que funciona, cuando cambia el presidente, cambia buena parte de la administración del Estado. No hay políticas de Estado, sino políticas que implementa quien ha ganado las elecciones. Eso implica muy poca continuidad en la administración del Estado”, explica.

El despliegue del Ejército en el combate de grupos criminales, un fenómeno que se ha visto con fuerza desde Colombia hasta México, ha sido muy criticado debido a las violaciones a los derechos humanos. «Son los gobiernos los que presionan a las fuerzas armadas para que asuman el combate al crimen organizado, para lo que no están ni capacitadas ni equipadas. Pero la policía es corrupta, las instituciones civiles son débiles, y la última carta son los militares. México es ejemplo de ello, pero también Colombia; hay constantes violaciones a los DD.HH. por parte de los militares, y sin embargo, la población confía más en ellos que en la policía o en sus propios gobiernos. El presidente Andrés Manuel López Obrador es claro ejemplo de quesolo se puede gobernar con el apoyo de los militares», dice el politólogo.

El problema grave, según Grabendorff, es que cambia la manera de gobernar. «En Brasil, por ejemplo, hoy en día hay más coroneles y generales en el gobierno que durante la dictadura militar. En Brasil siempre han tenido un poder de veto muy fuerte, incluso en tiempos de Lula hubo militares en puestos clave, pero no como ahora que hay unos 6 mil militares en la administración de Bolsonaro. Siete de los ministerios son dirigidos por generales, que incluso están en servicio activo».

De izquierda o de derecha, poca legitimidad

Pero en Venezuela,tampoco Maduro puede gobernar sin las fuerzas armadas, y en Cuba, hay un gran miedo, según Grabendorff, a una división interna en las filas del Ejército, como se vio con el caso de Raúl Baduel. «Los cambios en las élites de Cuba o Venezuela no implican que habrá un cambio democrático. Las nuevas élites actúan rápidamente como las anteriores. No quieren perder el poder y harán todo lo posible por impedir una rebelión popular. Sin una división al interior del Ejército, no hay posibilidad de cambiar un gobierno”.

El enemigo es interno en una región con escasos conflictos entre países. Y Estados Unidos ha privilegiado en sus relaciones con América Latina a los militares, a los que considera garantes de estabilidad en la región. Grabendorff recuerda que fueron uniformados los que fundaron todos los países de la región, sin excepción, y es por ello que esta institución está anclada en el pensamiento popular y en la cultura política. A su juicio, «ni la democracia ni el autoritarismo pueden gobernar sin el apoyo de los militares, son garantes de la gobernabilidad”.Ante el colapso del Estado y la debilidad institucional en buena parte de América Latina, los gobiernos no pueden gobernar sin las FF.AA.; los generales son los garantes de la continuidad, sostiene un politólogo alemán.»El colapso del Estado, la incapacidad de gobiernos en México, Colombia, Brasil, Perú o Ecuador para controlar su territorio y para otorgar un mínimo de seguridad a sus ciudadanos, que no saben si en medio de un corredor de tráfico de drogas pueden salir o no a la calle, representa una pérdida del Estado de Derecho. Viven en ‘no go áreas’ donde ni la policía se atreve a entrar”, afirma el politólogo Wolf Grabendorff durante una charla en el Instituto Iberoamericano de Berlín.Allí expuso la dependencia creciente de los gobiernos de la región de las fuerzas armadas, que lo mismo asumen tareas de investigación criminal y servicios secretos, que labores de infraestructura, distribución de medicamentos, e incluso han sido desplegadas en las campañas de vacunación para detener la pandemia de coronavirus.

El ex representante en Colombia y en Ecuador de la fundación Friedrich Ebert (FES), cercana al partido socialdemócrata alemán (SPD), presentó un análisis sobre el papel de los militares y las relaciones con la sociedad civil en América Latina, un tomo de más de 500 páginas del que es editor. Una veintena de analistas abordan en trece apartados el protagonismo de los militares en la región en la última década, incluyendo su participación en tiempos de pandemia. Esta agudizó los problemas sociales, económicos y políticos, y, una vez más, el Ejército suplió las deficiencias institucionales.

Sociedades en conflicto

La ponencia de Grabendorff agotó las entradas en el Instituto Iberoamericano, que celebró su segundo evento presencial bajo medidas sanitarias y distancia entre los asistentes. Su análisis fue demoledor. El experto comenzó explicando a un público alemán la enorme diversidad en la región, que hace imposible comparar a Chile con Haití. Pero sí apuntó hacia las élites establecidas, que a su juicio tienen en común que harán cualquier cosa, hasta un golpe de Estado, para no perder su posición privilegiada que en algunos países data de hace unos 200 años.

El académico destacó que la desigualdad aumenta en la región, que se ha convertido en un continente de migrantes, en donde los países son incapaces de recibirlos y menos de integrarlos. Y recordó que la región en donde vive un 9% de la población mundial genera un 36% de los asesinatos a nivel global. «En México, un 60% de la financiación de la campaña electoral fue realizada por el crimen organizado”, dijo, Y acuñó el término «Krimilegalität” (legalidad criminal) para describir un problema estructural que no se puede cambiar en toda la región, ni con una intervención estadounidense, ni con una misión de Naciones Unidas, para, por ejemplo, propiciar un cambio en Venezuela.

«Cuando hay una crisis se llama a los militares, que junto con la iglesia, es la institución que goza de mayor popularidad entre la población porque son vistos como apartidistas, en un continente en el que los gobiernos no pueden garantizar ni la alimentación”. Como ejemplo citó a Argentina: en el otrora granero del mundo, un 42% de la población es pobre y vive con 1,15 dólares al día. Los militares organizan unas 7.000 ollas populares.

Creciente protagonismo de las Fuerzas Armadas

Las actividades que han asumido los soldados en los últimos tiempos abarcan desde represión de las protestas sociales, el control de fronteras y de migraciones, protección de recursos como el agua, control de daños ambientales, de tráfico aéreo, de prisiones, instalaciones de salud, protección personal, servicio secreto, producción de armas, capacitación y apoyo a la Policía, cartografía, aduanas, construcción de infraestructura, administración de hoteles y hospitales, distribución de alimentos y muchas más, aunque estas tareas varían de país a país.

Grabendorff recordó que las fuerzas armadas son una de las pocas instituciones en la región en la que es posible un ascenso social desde sus filas. «Un banquero en América Latina no proviene de una familia de escasos recursos, pero un general sí”.

Previamente, en entrevista con DW, Grabendorff destacó que las causas del creciente protagonismo de los militares radican en la debilidad de las instituciones civiles. «Es la única institución que funciona, cuando cambia el presidente, cambia buena parte de la administración del Estado. No hay políticas de Estado, sino políticas que implementa quien ha ganado las elecciones. Eso implica muy poca continuidad en la administración del Estado”, explica.

El despliegue del Ejército en el combate de grupos criminales, un fenómeno que se ha visto con fuerza desde Colombia hasta México, ha sido muy criticado debido a las violaciones a los derechos humanos. «Son los gobiernos los que presionan a las fuerzas armadas para que asuman el combate al crimen organizado, para lo que no están ni capacitadas ni equipadas. Pero la policía es corrupta, las instituciones civiles son débiles, y la última carta son los militares. México es ejemplo de ello, pero también Colombia; hay constantes violaciones a los DD.HH. por parte de los militares, y sin embargo, la población confía más en ellos que en la policía o en sus propios gobiernos. El presidente Andrés Manuel López Obrador es claro ejemplo de quesolo se puede gobernar con el apoyo de los militares», dice el politólogo.

El problema grave, según Grabendorff, es que cambia la manera de gobernar. «En Brasil, por ejemplo, hoy en día hay más coroneles y generales en el gobierno que durante la dictadura militar. En Brasil siempre han tenido un poder de veto muy fuerte, incluso en tiempos de Lula hubo militares en puestos clave, pero no como ahora que hay unos 6 mil militares en la administración de Bolsonaro. Siete de los ministerios son dirigidos por generales, que incluso están en servicio activo».

De izquierda o de derecha, poca legitimidad

Pero en Venezuela,tampoco Maduro puede gobernar sin las fuerzas armadas, y en Cuba, hay un gran miedo, según Grabendorff, a una división interna en las filas del Ejército, como se vio con el caso de Raúl Baduel. «Los cambios en las élites de Cuba o Venezuela no implican que habrá un cambio democrático. Las nuevas élites actúan rápidamente como las anteriores. No quieren perder el poder y harán todo lo posible por impedir una rebelión popular. Sin una división al interior del Ejército, no hay posibilidad de cambiar un gobierno”.

El enemigo es interno en una región con escasos conflictos entre países. Y Estados Unidos ha privilegiado en sus relaciones con América Latina a los militares, a los que considera garantes de estabilidad en la región. Grabendorff recuerda que fueron uniformados los que fundaron todos los países de la región, sin excepción, y es por ello que esta institución está anclada en el pensamiento popular y en la cultura política. A su juicio, «ni la democracia ni el autoritarismo pueden gobernar sin el apoyo de los militares, son garantes de la gobernabilidad”.ACTUALIDAD | DW

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