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La cita incluye la participación de una decena de países, incluidos China, Pakistán e Irán. Rusia buscaría establecer un diálogo diplomático, tras las reuniones con países occidentales en Catar y Turquía.En Moscú, los talibanes serán representados por el viceprimer ministro Abdul Salam Hanafi, quien participó en las negociaciones para el retiro de las tropas estadounidenses. El portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, consideró que esas conversaciones refuerzan «la estatura» del nuevo gobierno afgano.
Rusia busca «entender lo que pasa en Afganistán»
Pero para la diplomacia rusa, el tema principal de la reunión será «la situación político-militar en Afganistán y la formación de un gobierno» con integrantes que vayan más allá del movimiento islámico. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, presentó el encuentro como un «intento de entender lo que sucede». Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes han enfrentado la amenaza de grupos más radicales que ellos, en particular el Estado Islámico Khorosan (EI-K), que realizó varios atentados mortíferos.
El presidente Vladimir Putin y otras autoridades rusas expresaron la semana pasada su inquietud sobre la capacidad de los talibanes de estabilizar el país e impedir el avance de grupos yihadistas. Putin advirtió que algunos grupos preparan «planes para extender su influencia a países de Asia central y regiones rusas».
Rusia se burló del retiro humillante de Estados Unidos de Afganistán, pero teme que el caos se extienda a su flanco sur en Asia central, una zona estratégica rica en materias primas. Moscú también ha multiplicado el último mes las maniobras militares en la frontera afgana con sus aliados regionales, reforzando su base en Tayikistán. China también realiza ejercicios en la zona.
La situación actual no es extraña para Rusia, tras la invasión soviética de 1979 a 1989, que marcó el inicio de décadas de guerras en Afganistán. El otro tema en discusión para Moscú concierne el riesgo de una «crisis humanitaria», debido a que los talibanes, sometidos a sanciones internacionales, no tienen fondos para nutrir los bancos y pagar salarios.
Todos quieren evitar una nueva crisis de refugiados
Para Alexander Sternik, alto representante de la diplomacia rusa citado por la agencia Ria Novosti, la situación es tal que «los talibanes, a falta de medios financieros, están perdiendo su capacidad antiterrorista, como lo demuestran los atentados». En un reciente encuentro con diplomáticos occidentales en Catar, el ministro afgano de Relaciones Exteriores, Amir Khan Muttaqi, advirtió que «el debilitamiento del gobierno afgano no le interesa a nadie», y recordó el riesgo de seguridad y de un éxodo migratorio.
Rusos, turcos, iraníes, europeos: todos quieren evitar una crisis de refugiados. Putin considera que los yihadistas aprovecharían tal éxodo para distribuir a sus hombres en Asia central y Rusia. Zamir Kabulov, enviado del Kremlin para Afganistán, consideró que este contexto evidencia que «el período de euforia» de los nuevos jefes de Kabul ya pasó.
Desde la vuelta al poder de los talibanes, Moscú se ha mostrado indulgente con ellos, pero ha insistido en que la estabilización del país requiere que otras facciones afganas participen del ejercicio del poder.
jov (afp, deutschlandfunk)La cita incluye la participación de una decena de países, incluidos China, Pakistán e Irán. Rusia buscaría establecer un diálogo diplomático, tras las reuniones con países occidentales en Catar y Turquía.En Moscú, los talibanes serán representados por el viceprimer ministro Abdul Salam Hanafi, quien participó en las negociaciones para el retiro de las tropas estadounidenses. El portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, consideró que esas conversaciones refuerzan «la estatura» del nuevo gobierno afgano.
Rusia busca «entender lo que pasa en Afganistán»
Pero para la diplomacia rusa, el tema principal de la reunión será «la situación político-militar en Afganistán y la formación de un gobierno» con integrantes que vayan más allá del movimiento islámico. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, presentó el encuentro como un «intento de entender lo que sucede». Desde su regreso al poder en agosto, los talibanes han enfrentado la amenaza de grupos más radicales que ellos, en particular el Estado Islámico Khorosan (EI-K), que realizó varios atentados mortíferos.
El presidente Vladimir Putin y otras autoridades rusas expresaron la semana pasada su inquietud sobre la capacidad de los talibanes de estabilizar el país e impedir el avance de grupos yihadistas. Putin advirtió que algunos grupos preparan «planes para extender su influencia a países de Asia central y regiones rusas».
Rusia se burló del retiro humillante de Estados Unidos de Afganistán, pero teme que el caos se extienda a su flanco sur en Asia central, una zona estratégica rica en materias primas. Moscú también ha multiplicado el último mes las maniobras militares en la frontera afgana con sus aliados regionales, reforzando su base en Tayikistán. China también realiza ejercicios en la zona.
La situación actual no es extraña para Rusia, tras la invasión soviética de 1979 a 1989, que marcó el inicio de décadas de guerras en Afganistán. El otro tema en discusión para Moscú concierne el riesgo de una «crisis humanitaria», debido a que los talibanes, sometidos a sanciones internacionales, no tienen fondos para nutrir los bancos y pagar salarios.
Todos quieren evitar una nueva crisis de refugiados
Para Alexander Sternik, alto representante de la diplomacia rusa citado por la agencia Ria Novosti, la situación es tal que «los talibanes, a falta de medios financieros, están perdiendo su capacidad antiterrorista, como lo demuestran los atentados». En un reciente encuentro con diplomáticos occidentales en Catar, el ministro afgano de Relaciones Exteriores, Amir Khan Muttaqi, advirtió que «el debilitamiento del gobierno afgano no le interesa a nadie», y recordó el riesgo de seguridad y de un éxodo migratorio.
Rusos, turcos, iraníes, europeos: todos quieren evitar una crisis de refugiados. Putin considera que los yihadistas aprovecharían tal éxodo para distribuir a sus hombres en Asia central y Rusia. Zamir Kabulov, enviado del Kremlin para Afganistán, consideró que este contexto evidencia que «el período de euforia» de los nuevos jefes de Kabul ya pasó.
Desde la vuelta al poder de los talibanes, Moscú se ha mostrado indulgente con ellos, pero ha insistido en que la estabilización del país requiere que otras facciones afganas participen del ejercicio del poder.
jov (afp, deutschlandfunk)ACTUALIDAD | DW
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