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Estados Unidos planea exigir a todos los visitantes, salvo contadas excepciones, una prueba fehaciente de su vacunación para poder entrar en el país. Es parte del plan para abrir las fronteras, algún día.
Distintos medios de comunicación se hicieron eco este jueves de los planes del Gobierno, que todavía no tienen fecha, porque el alarmante aumento de los contagios, azuzados por la variante Delta y sus subcepas, que suponen ya el 93% de los nuevos casos en el país, ha retrasado el objetivo de abrirse al mundo. No obstante, el presidente Joe Biden ha encargado a un grupo de trabajo que conecta distintas agencias de gobierno la preparación de la estructura necesaria para cumplir este requisito.
A partir del 16 de agosto será necesario mostrar la cartilla de vacunación incluso para entrar en cualquier bar o restaurante de Nueva York. Por eso tiene sentido requerirla también para entrar en el país. Lo que no lo tiene, a juicio de los expertos, es mantener el mismo cierre de fronteras que se implementó a principios del año pasado cuando países como China, España e Italia eran los principales focos mundiales de la covid-19.
Estados Unidos cerró sus puertas a China en enero y a los 29 países de la zona Schengen, en marzo. Hubo algunas adiciones posteriores, como Gran Bretaña o Brasil, y apenas en mayo pasado, India. El resto de Latinoamérica sigue teniendo las puertas abiertas, pese a haber alcanzado altos grados de contagio en distintos momentos.
Prueba de que no es posible anticipar de dónde va a venir la siguiente cepa es que la que prendió la mecha en Nueva York en marzo pasado procedía de Europa, cuando se habían prohibido los vuelos de China dos meses antes.
Para no ir siempre a rebufo del virus y de la última variante, lo más coherente es vetar al mundo entero de los no vacunados. El plan se implementará por fases, pero el Gobierno estadounidense aún no ha anunciado qué países estrenarán estas regulaciones. Quedan muchos detalles por dilucidar, ante la falta de un pasaporte de vacunación internacional que pueda leerse en cualquier frontera.
Una ciudad como Nueva York, que antes de la pandemia recibía anualmente 65 millones de turistas, apenas espera recibir este año 36. Y eso ya supone un 6% más de plazas hoteleras el año pasado, aunque solo se llegue al 35% de ocupación. Unos 200 de los 700 hoteles que tiene la ciudad están cerrados, algunas de forma permanente. Eso ha forzado al ayuntamiento a lanzar una campaña de marketing turístico 35 millones de dólares para relanzar una industria que llevó a emplear 400.000 personas e inyectaba 70.000 millones en la economía local. Si para eso hace falta vacunarlos a todos, que así sea.
Actualmente los europeos que quieran entrar a Estados Unidos tienen que pasar dos semanas de cuarentena en un país fuera del Reino Unido, la UE y otros países en la lista negra de la covid-19. A cambio, encuentran hoteles más baratos y filas más cortas para entrar a los museos, que han reabierto con capacidad limitada. La pandemia que ha separado familias y tiene a los expatriados enfermos de nostalgia todavía dejará muchas lágrimas hasta que el mundo vuelva a ser global.