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La escalada de operaciones militares entre EE.UU. y milicias pro-Irán que operan en Siria e Irak ha vivido el pasado lunes un nuevo episodio, en medio del aumento de la tensión entre Washington y Teherán. Horas después de que el ejército de EE.UU. llevara acabo un bombardeo aéreo contra posiciones de grupos de milicianos a primera hora del día, hubo respuesta con el lanzamiento de proyectiles contra una instalación militar estadounidense en la zona petrolera de al-Omar, en la que había tropas de EE.UU.
No hubo víctimas mortales, según la información proporcionada por Washington, y el ejército estadounidense respondió con artillería contra las posiciones desde las que su base había sido atacada.
Ningún grupo se había hecho responsable de forma oficial del ataque al cierre de esta edición, pero las milicias que habían sufrido ataques habían prometido respuesta: «No nos quedaremos en silencio ante la continua presencia de fuerzas de ocupación estadounidenses», dijo en un comunicado la autodenominada Comisión de Coordinación de Resistencia de Irak. «Haremos que el enemigo pruebe el amargor de la venganza».
La escalada de ataques está provocando tensiones dentro y fuera de la región. El primer ministro iraquí, Mustafa al-Khadimi, protestó ante los ataques de EE.UU. y aseguró que su operación fue una violación «descarada» de la soberanía de Irak y de las convenciones internacionales.
Movimientos políticos en EE.UU.
Las respuestas mutuas entre el ejército estadounidense y las milicias también han provocado movimiento políticos en EE.UU., incluso entre aliados del presidente Joe Biden. El senador demócrata Chris Murphy llamó la atención sobre la escalada de violencia: «Mi preocupación es que el ritmo de operaciones contra las fuerzas de EE.UU. y los repetidos ataques de respuesta contra fuerzas aliadas de Irán empieza a parecerse a lo que podría calificarse como un patrón de hostilidades incluido en la Ley de Poderes de Guerra. Tanto la Constitución como la Ley de Poderes de Guerra exigen al presidente que venga al Congreso para una declaración de guerra en esas circunstancias».
Los ataques también serán un obstáculo para recuperar el camino de la negociación con Irán para un nuevo acuerdo nuclear. Washington y Teherán han cruzado acusaciones mutuas sobre la responsabilidad de que el acuerdo no se recupere, y esa posibilidad parece cada vez más elusiva.
Se han producido hasta el momento seis rondas de negociaciones indirectas sin éxito, con la negativa de la Administración Biden a levantar sanciones de forma unilateral y una posición cada vez más combativa de Irán. No parece que la elección de Ibrahim Raisi como presidente vaya a engrasar la situación. Raisi tiene un perfil más conservador que el actual presidente, Hasán Rohani.
El secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken, reconoció en una reciente entrevista con ‘The New York Times’ que Washington «se está acercando» a abandonar cualquier intento de negociación con Irán.