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Estudios científicos indican que bañarse con agua fría aporta múltiples beneficios para la salud. Requiere valentía pero, si estás decidido, párate al borde de un lago, río o el mar cuando esté haciendo frío.
Si no tienes la suerte de estar cerca de ninguno de los anteriores, una piscina, tu ducha o hasta una manguera sirven. Respira profundo, haz acopio de tu fuerza de voluntad y ¡arriésgate!
Deja que tu cuerpo sienta, de golpe, el agua fría. ¿Por qué sufrir tanto si el agua caliente es tan reconfortante?
Un ejemplo deportivo es la natación en agua fría, la cual cada vez gana popularidad con las afirmaciones de que puede transformar su cuerpo y mente. Por ello, los científicos han estado investigando la fisiología de la inmersión en agua fría y parece que puede tener una sorprendente variedad de beneficios.
Es un campo de investigación emocionante con potencial para ofrecer nuevos tratamientos para una variedad de afecciones, desde la presión arterial alta y la diabetes tipo 2 hasta la depresión y la inflamación crónica.
¿Te gustaría intentarlo?
De ser así, ¡patos al agua! Sumerjámonos en la ciencia del agua fría para descubrir por qué se cree que podría mejorar tu estado de ánimo y beneficiar a tu cerebro, sistema inmunológico y corazón.
A lo largo de la evolución, tu cuerpo ha desarrollado una respuesta al estrés que se activa automáticamente cuando está bajo amenaza para mantener su cuerpo con vida.
Es un diseño realmente prolijo y eficiente: todo se pone en marcha al mismo tiempo, y afecta el cuerpo completo, desde el cerebro hasta los dedos de los pies. Y resulta que tu cuerpo considera el agua fría como una gran amenaza, así que activa la respuesta primaria al estrés.
La natación de invierno es una tradición en varios países europeos, como Suecia. En los países nórdicos así como en Europa oriental, además, es parte de celebraciones religiosas.
Tus vasos sanguíneos comienzan a hacer todo tipo de trucos para cambiar de forma, desde disminuir de tamaño rápida y drásticamente en cuestión de segundos en algunas partes de su cuerpo, hasta duplicar su tamaño en otras.
Pues si bien el estrés crónico ciertamente no es bueno, se está acumulando evidencia que indica que una ráfaga corta de estrés, la dosis correcta, puede ser beneficiosa. En los últimos años, una gran cantidad de investigaciones ha demostrado que un período corto de estrés puede ser algo bueno.
Esto es válido para una amplia gama de situaciones que los científicos han analizado, desde hablar en público hasta tratar de hacer aritmética mental bajo presión. Como el agua fría es una de las formas más efectivas de crear estrés a corto plazo en todo el cuerpo, es esa respuesta la que, según la investigación, desencadena los beneficios.
En este momento, los especialistas están analizando cómo el agua fría puede afectar todo, desde la respuesta inmunitaria y las hormonas del estrés, hasta los depósitos de grasa que obstruyen las arterias.
Es un área de investigación relativamente nueva, pero hasta ahora los resultados han sido prometedores.